La estupidez colectivista no es una exclusiva de una buena parte de la sociedad occidental (en especial de esos círculos que se presentan a sí mismos como la intelectualidad) y de ciertos regímenes asiáticos. Si alguien la ha sabido llevar a su grado más extremo han sido los líderes tribales mapuches en Chile. Y lo han hecho en el terreno siempre resbaladizo de la propiedad intelectual. Estos señores no se les ha ocurrido nada mejor que hacer el indio –discúlpeseme el chiste fácil– demandando a Microsoft ante los tribunales ¡por traducir Windows a uno de las lenguas habladas por esta comunidad indígena! Argumentan que al realizar una versión del popular sistema operativo en idioma mapuzugun, la compañía de Bill Gates esta violando el patrimonio cultural y colectivo de su pueblo.
Estos dirigentes tribales, que incluso mandaron una carta a Gates acusándole de "piratería intelectual", se quieren erigir en propietarios de algo que por definición no es propiedad de nadie, un idioma. Ningún líder de cualquier tipo (tribal, político, social y otros) tiene potestad para decidir en qué iniciativa privada se puede utilizar y en cual no. ¿Desde cuándo es necesario pedir permiso a alguien para traducir una obra, del tipo que sea, de un lenguaje a otro? No sólo es un absurdo desde todo punto de vista. Además es contraproducente para quienes tienen como vehículo de comunicación de esa supuesta propiedad intelectual colectiva. Una cultura encerrada en sí misma termina por estancarse o incluso corre el riesgo de desaparecer. La transmisión de valores, conocimientos e ideas entre unas y otras es la que ha permitido el avance de la humanidad a lo largo de los siglos.
Quien se erige en guardián de una lengua en nombre de una supuesta e inexistente propiedad intelectual colectiva, pretende controlar toda una cultura y a quienes la tienen como propia. Tanta violación de un supuesto patrimonio común de un pueblo supone traducir el Windows como hacer lo propio con El Quijote, Romeo y Julieta, El Extranjero o cualquier obra de pensamiento político y filosófico. No dudemos de que quien pretende decidir si puede aparecer un sistema operativo en la lengua de cuya propiedad se cree guardián, caerá en la tentación de hacer lo propio con cualquier libro y obra audiovisual. Dicho de otro modo, ejercerán la censura contra todo pensamiento publicado en un idioma diferente al suyo. Con la excusa de defender un patrimonio cultural, negarán la libertad a quienes lo tienen como propio y además terminarán matándolo por inanición.
Los líderes mapuches, al denunciar a Microsoft por traducir Windows a mapuzugun lo que reclaman es el privilegio de decidir a qué herramientas, ideas y conocimientos podrán acceder en el futuro cada una de las personas que forman parte de su pueblo. Con el argumento de que quieren proteger su patrimonio cultural, lo que quieren es privarles de libertad. Se han convertido en el peor enemigo de esos 400.000 indígenas a los que se supone que representan.