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Ignacio Villa

No es una manifestación más, es un grito de libertad

Dado que las víctimas sólo tienen el defecto de haber sido directa o indirectamente objetivo del terrorismo etarra, hacerlas aparecer como los malos de la película demuestra lo miserable y mezquino que ha resultado ser este Gobierno.

El sábado 25 de noviembre a las cinco de la tarde en Madrid, la Asociación de las Víctimas del Terrorismo vuelve a convocarnos a todos los españoles a una rebelión cívica nacida de la libertad y devenida ejemplo de democracia. Y como siempre las víctimas no van a estar solas. Miles y miles de personas van a salir también a la calle para acompañar a esas víctimas y a sus familias. Y en toda España millones de ciudadanos que no podrán desplazarse a Madrid también estarán presentes con su apoyo a unas víctimas que están siendo despreciadas y ninguneadas por el Gobierno.

No es la primera vez que en esta legislatura salen a la calle las víctimas; todas las anteriores fueron manifestaciones multitudinarias. Manifestaciones que no son partidistas ni van contra nadie. Son simplemente un ejercicio de responsabilidad y de libertad ante el proceso de rendición que el Gobierno Zapatero ha iniciado ante las exigencias etarras. En la manifestación del sábado en Madrid sólo se pide al Ejecutivo que rectifique, cambie de estrategia y vuelva al Pacto Antiterrorista. Algo que, según están las cosas y escuchando a Rodríguez Zapatero, parece metafísicamente imposible. El jefe del Gobierno ha apostado por la rendición, sin pudor y sin escrúpulos. Ha decidido evitar la responsabilidad a la que su cargo le obliga y embarcarse en una aventura que sólo puede llevarnos a todos al precipicio.

Pero quizá lo que más duele y, también, lo que más está uniendo a millones de españoles es el desprecio con que el presidente del Gobierno ha tratado a las víctimas del terrorismo, convencido de que sólo destruyendo su autoridad moral podrán aceptar los ciudadanos las cesiones que está pactando con la ETA. Zapatero lleva casi tres años en La Moncloa. Nunca ha mostrado comprensión, ayuda o apoyo a las víctimas. Siempre frío, siempre distante, siempre ajeno a su dolor y a sus preocupaciones. Pero dado que esas personas sólo tienen el defecto de haber sido directa o indirectamente objetivo del terrorismo etarra, hacerlas aparecer como los malos de la película demuestra lo miserable y mezquino que ha resultado ser este Gobierno.

Por todo esto, y por mucho más, la manifestación de este sábado en Madrid no es una manifestación más. Es una nueva escenificación de esa rebelión ciudadana que el Gobierno no entiende y que les saca de sus casillas. Y es que las víctimas siguen siendo un estorbo para los planes de Zapatero.

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