Rodriguez Zapatero empieza a reconocer que su proceso de negociación con la banda terrorista ETA está atascado. La persistencia del terrorismo callejero, el reiterado chantaje de los terroristas amenazando con volver a asesinar en caso que no se atiendan de inmediato unas demandas políticas –legalización automática de Batasuna, autodeterminación y anexión de Navarra- que resultan inasumibles constitucionalmente y la exigencia de estos criminales de unas condiciones de impunidad que se encuentran fuera del alcance del propio Gobierno, han conducido al proceso a un callejón sin salida en el que actualmente se encuentra atrapado el presidente del Gobierno.
En esta situación, Zapatero tiene tan sólo dos alternativas. La primera es desandar el insensato camino que ha recorrido hasta el momento y volver al punto de partida, que es el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Mariano Rajoy le ha tendido ya la mano para volver a un gran pacto con la oposición democrática para reemprender juntos el camino de la derrota definitiva del terror. El presidente tendría que reconocer que optar por la negociación con los terroristas fue un error, pero cuenta de alguna forma con el compromiso del Partido Popular de que ese reconocimiento no se utilizaría electoralmente en su contra.
La segunda opción para Zapatero es tratar de derribar el edificio constitucional que se encuentra al final del callejón en el que se ha metido. Lamentablemente esta parece ser la opción que ha iniciado el PSOE. Las críticas vertidas por varios dirigentes socialistas, incluyendo el propio presidente del Gobierno, a la independencia mostrada por el Poder Judicial en la aplicación de la Ley a los terroristas, son mazazos que van directamente contra los cimientos de nuestro Estado de Derecho. Por otro lado, cualquier declaración que reconozca explicita o implícitamente –derecho a decidir- la autodeterminación del País Vasco es algo que atenta contra un pilar fundamental de nuestro ordenamiento constitucional: la indisoluble unidad de la Nación española, que reza el artículo 2 de nuestra Carta Magna.
Sin embargo, la fortaleza e independencia que está mostrando el Poder Judicial en la aplicación de la Ley, la determinación de la oposición democrática para oponerse políticamente a una cesión del Estado frente a los terroristas y la vitalidad de una sociedad civil, con las victimas del terrorismo a la cabeza, que se moviliza permanentemente en defensa de la dignidad, la verdad y la justicia, hace muy difícil, sino imposible, que el PSOE puede derribar la firme estructura constitucional de España para dar salida al proceso.
Consciente de esta dificultad, el presidente del Gobierno ha comenzado a buscar una tercera vía de salida que no implique ni el reconocimiento de su error, ni terminar sepultado por el derribo del ordenamiento constitucional. Esta estrategia tiene dos fases. En primer lugar, ganar tiempo. Se trata de alargar artificialmente la vida del proceso hasta la celebración de las próximas elecciones generales. Así, si se mantiene la ficción de que el proceso continúa, el Gobierno se evita por el momento tener que dar explicaciones sobre una negociación con los terroristas que para muchos españoles sería haber pagado un precio muy alto en términos de dignidad, para no obtener luego nada a cambio.
En segundo término, se trata de culpabilizar a otros de un previsible fracaso que en realidad tiene un único responsable: Rodriguez Zapatero. En esta línea de buscar culpables están las declaraciones del presidente que señalan a las sentencias judiciales como un obstáculo para la paz o la definición constante del Partido Popular como el verdadero enemigo de la paz, en contraste con los propios terroristas que son definidos por Zapatero como hombres de paz. Una ruptura abrupta del proceso por parte de ETA sería consecuencia por tanto de unos jueces que se han empeñado en sabotear el proceso por oscuros intereses políticos y una oposición que lo ha boicoteado por un mero interés partidista y electoral, pero en ningún caso sería achacable ese fracaso a quién en realidad lo diseñó, lo inició y lo dirigió con obsesiva exclusividad. Esta vía sería huir de error a bordo de la ignominia.
El proceso de negociación con ETA ha sido sin duda el error más grave de los muchos que ha cometido Rodriguez Zapatero desde que es presidente del Gobierno. Ha sido un tremendo error moral porque ha dado a los terroristas una justificación política para cientos de asesinatos de inocentes. Ha sido un error estratégico porque sea cual sea el final del mismo ETA saldrá fortalecida. El proceso se ha convertido de hecho en un callejón cuya única salida es desandar el camino equivocado y volver a un gran acuerdo político que nos conduzca juntos a la victoria de la libertad. Cuanto antes, mejor.