Nadie sensato puede dejar de reconocer que la nación española, el concepto de España como proyecto común, hace agua por todas partes, entre otras razones porque el sistema de partidos nacionales, o sea, españoles, atraviesa una crisis sin precedentes en la historia de España. He ahí la principal quiebra de nuestro sistema democrático. Aunque el origen remoto de esta crisis reside en el uso perverso del Título VIII de la Constitución por parte de los políticos, la entrega de las cúpulas "nacionales" de los partidos a las demandas de las elites políticas periféricas, peor en algunos casos que los caciques del pasado, ha dado al traste con el principal "mecanismo" de vertebración de la nación española, los partidos políticos.
El PP no se libra de ese diagnóstico general, pero el caso del PSOE es de libro, aunque la mayoría de los analistas políticos cierran los ojos ante lo que sucede para no tener que pensar. Son incapaces de ver lo evidente, a saber, el PSOE no existe en Cataluña o, lo que es lo mismo, no existe como un partido nacional. Menos aún nos reconocerán que en la época felipista el PSOE sólo fue un referente simbólico, poco más que una presencia carismática y autoritaria de Felipe González sobre unas elites nacionalistas, siempre agazapadas tras la palabra socialista, pero más nacionalistas que Pujol y Carod juntos. El PSC surgió como un partido autónomo, que llegó a un acuerdo con el PSOE para ser un partido federado, y se desarrolló conscientemente de que era un partido de y para la "nación" catalana. Punto. PSOE y PSC siempre han sido dos partidos diferentes. Quien no quiera ver este hecho, confundirá permanentemente la causa con el efecto, o sea, el tripartito no es la causa de la desaparición del PSOE en Cataluña sino al contrario.
Porque el PSOE en la "nación" catalana es sólo el espectro de un espectro, una terrible mentira, se ha formado el gobierno de la Alianza Nacional Catalana o como se llame. Sin embargo, la gente en general, y los periodistas en particular, persisten en seguir engañándose con la quimera de que el PSC es un partido federado al PSOE, incluso algunos apelan a que su Ejecutiva Federal logrará embridar a Montilla y los suyos. Imposible. Los lamentos de Bono y Chávez son ridículos. Zapatero ha sido siempre un pelele en los brazos de los nacionalistas del PSC. También hay "analistas" que creen que el PSC es un partido delegado del PSOE en Cataluña. Falso. Es al revés, el PSC apoya al PSOE en el Parlamento de España para tener unas relaciones privilegiadas con otra nación. Otros dos ejemplos: igual que Maragall exigió a Zapatero que defenestrara a Nicolás Redondo Terreros, porque era el principal obstáculo para la formación de la nación catalana, más tarde Montilla le volvió a exigir que lo nombrara ministro de Industria para resolverle el problema a los empresarios catalanes. Y así suma y sigue.
Las diferencias entre el PSC y el PSOE son ya tan abismales que resulta imposible aceptar alguna vinculación seria y democrática entre estos dos partidos; sin embargo, ¿por qué extraño sortilegio el personal que analiza la coyuntura política sigue manteniendo que uno y otro defienden los mismos principios y estrategias? ¿Cómo explicar y hacer compatible que mientras el PSOE no es un partido nacional, el PSC es sobre todo un partido nacional(ista)? No tengo explicación si no es el miedo que muchos de estos "analistas" tienen a enfrentarse a la verdadera realidad, a saber, el sistema político entero está en crisis, precisamente, porque la elite política socialista está entregada al nacionalismo separatista, que fracturó hace tiempo el proyecto común, España. Pero, si alguien aún no se ha enterado, lea las declaraciones de hace unos días de Maragall: si Zapatero ha reconocido que Cataluña es una nación, por lo mismo tendrá que aceptar que el PSC tiene la misma autonomía que un partido nacional.