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Daniel Rodríguez Herrera

Firefox 2 versus Explorer 7

El problema ahora para Firefox no es que Internet Explorer 7 sea mejor que su versión 2.0, porque no es así. No, el problema es que Explorer es ahora suficientemente bueno como para que muchos no se planteen siquiera el cambio.

Después de más de cinco años sin actualizar Internet Explorer, Microsoft acaba de publicar la versión número 7 de su navegador, casi al mismo tiempo que la Fundación Mozilla publicaba Firefox 2.0. A los internautas veteranos no se nos puede sino escapar una lagrimilla de nostalgia por los recuerdos que nos produce esta situación: vuelven las guerras entre navegadores. Durante estos últimos años, la evidente primacía técnica de Firefox sobre Internet Explorer no ha implicado una ventaja similar en el número de usuarios, aunque ha provocado una lenta pero constante sangría de usuarios del navegador de Microsoft. Las pestañas y las extensiones han sido posiblemente dos de los mejores argumentos para el cambio; ahora parece que Microsoft se ha puesto a la altura en eso y en otras cosas. ¿Quién ganará esta nueva guerra?

La nueva versión de Firefox no añade muchas mejoras y, de hecho, ha provocado críticas entre quienes creen que no se merecía ese número dos en la versión. Dispone de algunas mejoras internas, pero de cara al usuario sólo destacan el filtro antiphising (que evitará en muchos casos que nos timen los sitios web que emulan ser nuestro banco), las mejoras en la caja de búsqueda (que ahora van sugiriendo según tecleamos qué es lo que probablemente queremos buscar), el poder suscribirse con Bloglines, Google Reader u otras aplicaciones similares a las fuentes RSS, la recuperación de nuestra sesión con todas sus pestañas y descargas a medias si se cierra el navegador por algún problema técnico y el botón de cierre de pestaña ahora presente en cada una de ellas. Una de las principales mejoras previstas, un gestor de marcadores, RSS y páginas vistas recientemente llamado "Lugares" ha sido aplazado para la próxima versión.

En cambio, Internet Explorer 7 supone un cambio completo y total con respecto a la muy anticuada versión 6. Incorpora pestañas, al fin, y permite mostrar una vista en miniatura del contenido de todas ellas para escoger la que deseamos. Dispone de la caja de búsquedas a la derecha de barra de direcciones. Ha incorporado una opción de zoom similar a la de Opera, que nos permite ampliar y reducir no sólo el texto sino también las imágenes, algo en lo que supera a Firefox. La gestión de favoritos, RSS y páginas vistas está ahora centralizada en un panel a la izquierda. Y el nuevo gestor de impresión es superior a todos los que he visto hasta el momento: si imprime muchas páginas web, éste es su navegador. Eso sí, el rediseño se ha hecho pensando en Windows Vista y eso lo hace un poco incómodo de manejar en Windows XP.

El problema ahora para Firefox no es que Internet Explorer 7 sea mejor que su versión 2.0, porque no es así. El zorro sigue superando al navegador de Microsoft, principalmente porque su enorme catálogo de extensiones permiten incorporarle infinidad de nuevas capacidades, un catálogo que en el caso de Microsoft es por ahora exiguo. No, el problema es que Explorer es ahora suficientemente bueno como para que muchos no se planteen siquiera el cambio. El gigante de Redmond se vio en la necesidad de renovar su navegador para evitar el lento pero constante chorreo de usuarios de Internet Explorer a Firefox y es probable que logre su objetivo, aunque resulta difícil pensar que aquellos que se marcharon vayan a regresar a los brazos de Microsoft. Pero es bueno para la competencia y para los usuarios que Microsoft se haya arremangado y vuelto a enfangarse en el barro de la batalla.

Quizá lo más triste, no obstante, es la situación de Opera. Posiblemente sea el mejor desde hace varios años. Muchas de las mejoras de esta generación de navegadores, como las pestañas, son invento suyo, y sigue inventando mejoras como la integración de descargas de BitTorrent en el navegador. Y aún así sigue manteniendo una cuota de mercado completamente marginal. Habría que animarse y darle una oportunidad.

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