"Las tropas internacionales serán bienvenidas siempre y cuando no intenten desarmar a Hezbolá". Las palabras pronunciadas por Hassan Nasrallah, entre advertencia y premonición, definieron muy bien cuál iba a ser la misión de la UNIFIL 2 en Líbano, incluso mejor que la propia ONU. Los cascos azules siguen los dictámenes de Hezbolá al pie de la letra mientras el ministro de Defensa israelí intenta refrescarles la memoria recordándoles que la fuerza fue diseñada para operar contra Hezbolá, no contra Israel. Para quien aún tenía dudas, la UNIFIL 2 cada vez se parece más a la UNIFIL 1.
Ante la atenta mirada de los casos azules, el rearme de Hezbolá es un hecho que nadie se ha atrevido a negar. Lo último han sido 39 misiles anti-carro que desde Moscú, pasando por Damasco, han llegado a manos de los terroristas libaneses. Aunque en un primer momento el ministro de Defensa ruso lo negó, luego echó la culpa a la ausencia de controles para las exportaciones de armamento militar. Poco importa ya que las armas pasaran delante de las narices de la babilónica flota internacional que descansa en aguas libanesas. Sí que cuenta, sin embargo, que Rusia tenga una fuerte presencia en los principales puertos del Líbano.
La última noticia que ha saltado a la luz publica es el posible abastecimiento de misiles antiaéreos Aster 15/30 por parte de franceses e italianos al ejército libanés, unas armas ofensivas altamente sofisticadas. Cierto o no, reafirma la clara simpatía de los países que participan en la fuerza de interposición de la ONU por una de las partes del contencioso. Lo que sí está confirmado es el suministro de armas defensivas al ejército libanés por parte de estos mismos países, que hacen oídos sordos a la advertencia de que esas armas pasan directamente a manos de los terroristas de Hezbolá. El jefe del Ejército libanés, el general Michel Suleiman ha dado incluso las gracias públicamente por los esfuerzos económicos, diplomáticos y militares internacionales, hechos en estos meses, para dotar al país de nuevas armas de disuasión contra el enemigo sionista.
Ante la indiscriminada transferencia de armas, a los israelíes no les dejan otra opción que sobrevolar los límites fronterizos para intentar controlar el contrabando, aunque suscite el reproche del jefe de la UNIFIL, el francés Alain Pellegrini, que lo considera una clara violación de la resolución 1701e incluso ha sugerido la posibilidad de usar la fuerza para impedirlos. Pero Pellegrini no recuerda que según la misma resolución esta zona debería convertirse en un lugar libre de armas y que el gobierno libanés debería honrar con su obligación de evitar el rearme de Hezbolá, con la ayuda de la UNIFIL 2 ¡Pero si ni siquiera los cascos azules han empezado a operar con el ejército libanés! Ni tan siquiera se respeta la libertad de circulación de los cascos azules. Que se lo digan a la patrulla española que fue bloqueada por miembros de Hezbolá, armados y uniformados, hace algo más de diez días. En este escenario, sólo queda esperar que al menos Israel no se amedrente ante los terroristas.