Lo que se está montando con el 11-M es una vergüenza, dice. Ha tenido que ser él, resuelto como siempre. No en balde echó los primeros dientes como comisario político en la tele de la dictadura; en vida de Franco, palabras mayores. Su diario lo vienen comprando desde mayo del 76, qué gracia, quienes echaron otros dientes –a golpes– gracias al concurso de la videoteca de TVE.
A ver. Lo que se viene montando con el 11-M empieza con una portada de El País, edición especial del 11 de marzo de 2004: "Matanza de ETA en Madrid". Titular a cuerpo 94, único tema de portada y siglas "ETA" en un cuerpo mayor de letra. Como han observado Pilar Carrera y Myriam Redondo, de la Universidad Carlos III: "Nadie obligaba a El País a titular así, ni siquiera una llamada directa de la más fidedigna de las fuentes." (Del narcisismo mediático) Efectivamente, nadie les obligaba. De hecho, el número extra de El Mundo de ese mismo día evitó pronunciarse sobre la autoría.
Insiste Cebrián en que Acebes mintió, mantra gastado cuya inútil invocación refleja la desesperación que cunde desde que la juez Gallego marcó el punto de inflexión: las imputaciones ascendentes de responsables policiales empeñados en borrar la palabra "ETA" de cualquier informe. La extemporánea calumnia a Acebes no resiste la visita a la hemeroteca: el 12 de marzo de 2004, El País informaba de que "Interior apunta a Al Qaeda y no descarta a ETA", en tanto que todos los columnistas del diario daban por hecha la autoría etarra, sin ningún resquicio de duda.
Es más, en un intento de reubicar votos de prisa deprisa, Cebrián publicó ese mismo día un artículo dedicado a interpretar en clave progre un escenario: el Pozo del tío Raimundo, "lugar emblemático" (sobre todo para un comisario político del franquismo) donde "el jesuita Padre Llanos encabezó valientemente el movimiento de los curas obreros de Madrid, oponiéndose a la presión de la dictadura". Es decir, a la presión de gente como Cebrián.
Hasta aquí lo de El País, la joya de la corona. Lo de la SER es más sabido: terroristas suicidas aficionados a la ropa interior, insinuaciones de suspensión de elecciones y, por encima de todo, el jaleo del 13-M de la manita de CNN+. Para cualquier analista despierto y no estabulado, la noticia no era que la gente se concentrara ante las sedes del PP, sino que el grupo Prisa estaba provocando las concentraciones con sobreinformación partidaria y alentadora. La profecía autocumplida.
Cuando se sepa toda la verdad sobre el 11-M, es posible que el hombre de la dictadura y de la democracia se plante ante sus propias cámaras y micrófonos, enarbole un ejemplar deEl Paísdel 11 de marzo y exclame: ¡Ya lo dijimos nosotros!