Mal tiene que estar el ministro del Interior cuando ya ni siquiera es capaz de lanzar consignas hirientes contra la oposición. Su "discurso" es ya mero gesto. Silencio. Su comparecencia para insultar al PP, a propósito de la pregunta que García Escudero le hizo a Zapatero en el Senado, resulta reveladora del proceso dramático de enmudecimiento del Gobierno socialista. Da miedo este silencio. Es como si estuviera acumulando energías, malas energías, para borrar posteriormente cualquier crítica a un Gobierno que cada día que pasa negociando con ETA pierde legitimidad democrática. Que nada tengan que decir sobre el "proceso" de negociación con ETA, o sea, sobre su negociación interesada con ETA, es alarmante bien porque nos ocultan la información o, peor todavía, porque creen que es una cuestión que sólo afecta a los socialistas.
Tanto silencio empieza a producir desazón e inquietud entre los demócratas, pero el Gobierno sigue parapetado en la falta de claridad y explicación. Es su arma despótica contra la transparencia democrática. La comparecencia de Rubalcaba también ha sido silenciosa, pues, detrás de sus "palabras" todo era gesticulación. Peor aún, chapoteo. Sólo gesticulación para ocultar la verdad. Rubalcaba se escandalizaba cínicamente, o sea, con pretensión de seguir engañando a quien lo escuchaba, y acusaba de "inmoralidad" a los populares ante la pregunta que le hizo García Escudero a Zapatero en el Senado. Pero lo cierto es que la pregunta sigue en el aire sin respuesta gubernamental. Deje, pues, Rubalcaba de gesticular y conteste sin ambages: ¿es cierto o no que Rodríguez Zapatero permitió la negociación del PSE con ETA, mientras mataban al bueno de Joseba Pagazaurtundua, militante de base del PSOE?
Cuando un ministro del Interior recurre a ese tipo de engaños, fraseología "moralista" y gesticulante, es porque nada tiene que decir con coherencia política. Quien gesticula tan exageradamente es que tiene mucho que callar o nada que decir, porque su interpelante lo sabe todo. Quien simula escandalizarse compungidamente, como si él fuera un modelo de virtudes morales, para acusar de "inmoralidad", aunque él nunca usa esta palabra con criterio moral, a las preguntas que le lanza la oposición al presidente de Gobierno refleja una debilidad extrema, una falta de convicción democrática y, sobre todo, pocos recursos intelectuales y políticos para tapar lo que empieza a ser verosímil para la ciudadanía más preparada de este país.
Sí, sí, millones de españoles, más allá de los votantes del PP, intuyen que Zapatero lleva negociando con ETA, o sea, engañando al resto de los españoles, desde que asesinaron a Pagazaurtundua. Si no es así, entonces el camino es sencillo. Diga en, primer lugar, cómo y cuándo comenzaron esas negociaciones y cuáles son exactamente los compromisos adquiridos por el Gobierno con la banda terrorista. Si no lo hace, la oposición y el resto de ciudadanos tienen todo el derecho del mundo a suponer qué algo muy grave está ocultando. En fin, el silencio del presidente del Gobierno ante un "proceso" secreto de negociación con criminales respalda antes que el análisis político un tipo de saber, en realidad una psicopatología, que descubre cotidianamente los extravíos, engaños y mentiras del Gobierno socialista con sus ciudadanos. Hace tiempo que algunos medios de comunicación descubrieron las patologías de ese silencio; el otro día, en el Senado, García Escudero puso en evidencia que también la oposición puede hacer uso de ese tratado de patología para sanar las enfermedades de nuestra democracia. Felicitémonos, pues, por el descubrimiento de la oposición.