En unos meses Microsoft lanzará una nueva versión de su sistema operativo, Windows Vista y, aunque pareciera que todo el panorama informativo del mundo del software girase en torno a este nuevo sistema operativo, la realidad es que por primera vez surgen serias dudas de que Vista vaya a servir para prolongar el histórico monopolio de Microsoft. Pese a que Microsoft ha hecho un esfuerzo titánico por no perder contacto con su mercado ha sido el propio mercado el que ha cambiado alrededor de Microsoft.
Hace unos años el poder de Microsoft en el mundo de la informática era incontestable. Con el modelo tradicional de distribución (licencias por máquina) y un monopolio afianzado con el que resultaba fácil conquistar nuevos mercados (navegador de Internet, Windows Media, etc...), Microsoft jugaba con las mismas reglas que en los últimos veinte años le habían permitido convertirse en una de las mayores empresas del mundo. Pero la entrada en la era de la Red empezó a cambiarlo todo; para empezar, Microsoft empezó a perder batallas: perdió la de los servidores de Internet a manos de Linux, un sistema operativo que también competía (sin éxito) en el escritorio. Y perdió la de la propia Red a manos de Yahoo y sobre todo de Google. Y pese a que sigue intentando competir con ellos sigue fracasando a cada intento.
Pero esto no tiene nada que ver con el sistema operativo de escritorio. Ahí Microsoft sigue ejerciendo su monopolio e intentará prolongarlo a través de Vista. Con el Windows Vista han intentado crear un sistema más seguro, más integrado con la Red, más modular y con algunas características interesantes. Pero en el fondo todos sabemos que fundamentalmente Vista será más de lo mismo, y una prolongación de lo que han sido los lanzamientos de Microsoft desde el Windows 95: mucho ruido y pocas nueces. La maquinaria de propaganda de un gigante tan rico y tan buen anunciante como Microsoft ya está en marcha, y muchos medios no se han "cortado" a la hora de publicar noticias tan dudosas como ésta. En los próximos meses las noticias de Vista van a inundar la prensa especializada y la que no lo es tanto, y le harán creer que si usted no actualiza su ordenador estallará en llamas. Nada más lejos de la realidad.
La realidad es bien diferente. Windows Vista será un éxito, sin duda alguna, eso está casi garantizado. El problema está en saber en qué medida. Porque el mercado del software ha cambiado y la dependencia del escritorio es menor cada día que pasa. Hoy es menor que hace un año, y mayor que dentro de un año. El sistema operativo ya no es una cadena con la que atar a los usuarios, y sólo falta que estos se den cuenta. La cada vez mayor presencia de productos y servicios en la web, o la aparición de programas de software libre multiplataforma (la magnífica suite Openoffice o el navegador Firefox son dos buenos ejemplos) facilitan la adopción de otros sistemas operativos sin excesivos dolores de cabeza. El aumento de cuota de mercado del Apple MacOS tiene mucho que ver con este fenómeno. Y la proliferación de distribuciones de Linux (gratuitas y libres) cada vez más amigables y en muchos aspectos más fáciles de utilizar que Windows tampoco es una coincidencia. El mundo de la empresa, por su parte, no puede ser ajeno a esta realidad, ni tampoco al hecho de que la transición a Vista será costosa y probablemente innecesaria a medio plazo.
Se añaden otros cambios estructurales al mercado del software. Cada vez más, el software no se paga en forma de licencias de producto sino de servicios (mantenimiento, actualizaciones, etc...), y a menudo se exigen (desde las administraciones) otros requisitos que Microsoft es incapaz de dar (liberación del código, etc.). Microsoft ha decidido con Vista perpetuar su modelo de venta de licencias, a precios cada vez más caros y con un producto cada vez más difuso (penalizando terriblemente la piratería, en la que tanto se apoyó cuando le convenía). Hay hasta seis ediciones diferentes de Vista. Y algo parecido ocurrirá con el Office 2007, de próxima aparición. Microsoft viene a pelear la batalla más dura en un entorno cada vez más complejo con las mismas armas que ha empleado durante los últimos 25 años.
Hace un par de años Alfredo Romeo y Juantomás García presentaban el libro "La pastilla roja", un brillante y trabajado ensayo sobre el software libre y su proyección realista en usuarios, empresas y administraciones. La premisa es la misma que en Matrix: hay todo un mundo que nos podemos negar a ver tomando la pastilla del gigante de Redmond y un nuevo mundo del software alimentado por la pastilla roja. La conclusión, dos años después, es que el software libre avanza de manera imperceptible pero muy segura, y nada lo prueba mejor que los esfuerzos de Microsoft por destruir Linux con las herramientas más sucias a su alcance. El software libre ya está presente en el mundo de la empresa y es un modelo que no necesita defensa. Desde la Red, una pléyade de aplicaciones se esfuerzan por sustituir poco a poco al Office y, tarde o temprano, al propio sistema operativo. Y Microsoft observa desde la torre de marfil que otorga la dominación absoluta de un mercado cómo poco a poco se va gestando su declive.
Vista será un éxito. Pero algo me dice que en Redmond empezarán a sonar las alarmas dentro de unos meses cuando su ritmo de adopción no sea tan rápido como se había previsto. Microsoft seguirá siendo dueño y señor del mercado del software mucho tiempo. Pero su declive, si no cambian su modelo y se adaptan a los nuevos tiempos, está asegurado. Por mi parte, no creo que compre Windows Vista. Ni como director de Tecnología creo que adopte el nuevo sistema operativo en los 200 equipos de mi empresa. Microsoft va a empezar a pagar las consecuencias de las batallas ha perdido en la Red ahora que juega en su propio campo. Y saldrá ganando el mercado, un poco harto de tanta pastilla azul, y sobre todo de tanto pantallazo azul de la muerte. Ya no hay excusas para lanzar productos mediocres e inseguros. Microsoft empieza a competir en igualdad de condiciones. Por fin.
Eduardo Pedreño
Windows Vista y la pastilla roja
Vista será un éxito. Pero algo me dice que en Redmond empezarán a sonar las alarmas dentro de unos meses cuando su ritmo de adopción no sea tan rápido como se había previsto.
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