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EDITORIAL

Jiménez, Clos y lo que esté por venir

Se suponía que Gallardón, en una circunscripción más favorable y con su tirón entre los votantes del centro-izquierda, tenía más margen que Esperanza Aguirre a la hora de revalidar su mayoría absoluta. Parece que sus rivales no piensan lo mismo.

En muchas ocasiones se puede saber qué se trae entre manos la "gente de progreso" escuchando atentamente de qué acusan a la derecha. Así, mientras Blanco se desgañita acusando al PP de estar ya buscándole sustituto a Rajoy, es el PSOE quien se ha quitado de en medio a los candidatos a las alcaldías de las dos principales ciudades de España. El método, la patada hacia arriba. Clos ascendió al Ministerio de Industria por el temor del PSC a perder Barcelona, harta ya de la pobre gestión del nuevo encargado de lidiar con la OPA de E.On. Y ahora el turno le toca a la sobrina de Jiménez Villarejo.

Bien está que Trinidad Jiménez abandone su puesto de concejal en el Ayuntamiento de Madrid, que jamás le ha interesado, e ingrese en el Ministerio de Exteriores, lugar al que ha dedicado toda su atención mientras, supuestamente, representaba a todos los madrileños. No hubiera podido desear mejor oposición el actual alcalde. Cómo será que hasta ella ha reconocido su incapacidad para medirse con Gallardón. El único pero que puede poner Jiménez es que el cargo que le han fabricado no llega a la altura del recibido por Clos. Y es que difícilmente lo haría peor que Moratinos, ese personaje que acaba de afirmar que el responsable del programa "Petróleo por alimentos" y de la inacción de la ONU en el genocidio de Ruanda ha dado "altura moral" a la organización.

Ahora, y durante el tiempo que el PSOE quiera mantenernos en la incertidumbre, lo que se lleva en la capital de España son las quinielas. Cuatro nombres son los que han sonado hasta ahora: José Bono, Gregorio Peces Barba, Javier Solana y Felipe González. De ellos, los dos primeros han salido por la puerta de atrás de este Gobierno, mientras que los dos últimos no parece que vayan a estar dispuestos a renunciar a sus actuales actividades para encargarse del consistorio madrileño. Sin duda, Zapatero pensará más en el propio Gallardón que en su partido a la hora de buscar candidato. ¿A quién puede presentar como rival de un político cuyo perfil está más cerca del PSOE que de su propio partido?

Las opciones son dos. Colocar a alguien que pueda diferenciarse por la izquierda del discurso de Gallardón y recoger así votos procedentes de la cada vez más testimonial IU o intentar disputarle al alcalde no sólo los electores de centro-izquierda sino aquellos de la derecha que estén deseando dar a Gallardón una lección por el abandono al que los somete. Bono o Solana serían más apropiados en este último caso, aunque parece difícil que Zapatero, con lo que le ha costado deshacerse del albaceteño, lo vaya a querer en un cargo tan importante. Sin embargo, parece que es Felipe González a quien está presionando para que acepte presentarse. Intentaría así continuar con la línea radical que le llevó a Moncloa, aun con ayuda.

Lo que más sorprende es que el PSOE haya decidido retirar a su candidata a la Alcaldía pero permanezca Simancas, su candidato a la Comunidad de Madrid. Se suponía que Gallardón, en una circunscripción más favorable y con su tirón entre los votantes del centro-izquierda, tenía más margen que Esperanza Aguirre a la hora de revalidar su mayoría absoluta. Parece que sus rivales no piensan lo mismo. Alguien debería tomar nota.

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