Aunque estamos ya relativamente acostumbrados a las estafas intelectuales y morales de la Izquierda, el PSOE siempre encuentra modo de sorprendernos. Ahora resulta que el PP tiene que apoyar el envío de tropas al Líbano porque a Zapatero le conviene, sin una misión antiterrorista concreta, sin poder desarmar y liquidar a Hizbulá, sin poder al menos defenderse si la marabunta islamista los agobia, es decir, que van a que los maten sin poder defenderse. Y algunos conservadores, que por hipertrofia de su condición, son capaces de conservar hasta las latas caducadas, aún quieren presentar esa sumisión al capricho zapateril como una prueba de responsabilidad, de eso que suele llamarse "sentido del Estado" y que suele consistir en una inmoralidad disimulada por las mayorías.
Aquí la única responsabilidad real que tiene el PP es la de poner al PSOE ante sus responsabilidades. Y la primera responsabilidad de Zapatero y Polanco, que tanto monta, es la de querer la expulsión del PP de la vida política y la fundación de un régimen despótico matizado por la corrupción, un Neoméxico editado por Santillana. Si eso es así, y es exactamente así, todo lo que no sea demostrar que puede ser un hueso durísimo de roer, resultará, para el PP, una pérdida de tiempo. Para ellos y para sus diez millones de votantes.
Zapatero no puede cambiar el guión sobre la marcha y, de pronto, invitarnos a una escena de la película cancelada. No puede poner en marcha las conversaciones con la ETA, el disgregador y separatista Estatuto de Cataluña, la liquidación de la herencia de Aznar y la persecución de cualquier vestigio del bando ganador de la guerra civil, al que previamente se identifica con el PP, sin que pase absolutamente nada, sin que el PP sea otra cosa que ese perrito faldero al que, como está algo mohíno, hay que repetirle la orden dos veces para que salte y haga cabriolas. Si el Gobierno quiere compañía, ya tiene a Polanco y su inmenso imperio para entretenerse. El PP tiene que atender a sus votantes y al futuro de España, y ambas cosas pasan por hacer una oposición a cara de perro a este Poder despótico, antiliberal y antinacional que nos ofende a cada paso.
La expedición al Líbano responde exclusivamente a los intereses de este fin de semana de Zapatero, que no tienen que ser los mismos que la semana que viene. Este año pasado, Cebrián agasajó, con su esposa como anfitriona en la Fundación Atman, a Tariq Ramadán, un sujeto con orden de caza y captura en los países occidentales más importantes como presunto cerebro del terrorismo islamista actual, el que nace universalmente el 11 de Septiembre. Lo mejor, pues, es que vayan juntos Cebrián y Ramadán como escudos humanos para que Hizbulá renuncie a su pretensión genocida de aniquilar al Estado de Israel o, por lo menos, a sus amigotes de las barbas. La semana pasada, el amigo íntimo de Cebrián y antiguo inquilino monclovita, Felipe González, se presentó en Teherán en calidad de mediador, no se sabe entre quién, pero sobre todo para defender el derecho del régimen islamofascista de los ayatolás a tener la bomba atómica, que ya se sabe para qué la quieren. ¿Y van a ir soldados españoles a morir en el Líbano a tiros o a bombazos de una banda criminal iraní, que eso es Hizbulá, que tan bien se lleva con la flor y nata de la progresía española? ¿Por qué?
Los soldados tendrán que ir, porque es su obligación legal obedecer al Gobierno, pero la obligación del PP es impedirlo. Ni un solo apoyo institucional a los que se están cargando las instituciones. Ni un vaso de agua a los que culpan al PP de los incendios de Galicia. Ningún apoyo en la lucha supuestamente antiterrorista a quienes prefieren pactar con Irán que con Estados Unidos y con la ETA que con María San Gil. El PP no tiene que demostrar nada. El que tiene que demostrar que no tuvo nada que ver con el terrorismo, es decir, con el 11M es Zapatero. Y pese al esfuerzo de su Gobierno y su Cándido en la eliminación de pruebas, lo tiene cada vez más difícil. ¿Quiere ayuda ZP para una acción militar? Pues que, a cambio, abra de nuevo y en serio una auténtica Comisión Parlamentaria de investigación sobre el 11M, agravando las penas por perjurio con muchos años de cárcel. ¿Qué no quiere? Pues con su pan se lo coma. Que vayan a la guerra del Líbano los amigos de Zapatero y del dinero, del turbante contante y sonante, o sea, Felipe González, Cebrián y Tariq Ramadán. A los demás, déjennos en paz.