Sería milagroso que la Presidencia finlandesa de la UE o la Comisión Europea ofrecieran a la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, más ayuda, más medios y más solidaridad pata acabar con el tráfico de "cayucos", "pateras" y barquichuelas que pueblan las aguas sahariano-canarias.
La política irresponsable del Gobierno español sobre este asunto está dando resultados catastróficos y probablemente estemos empezando. El comisario Frattini (Interior) y la también comisaria Benita Ferrero (Exteriores) han transmitido en los últimos días al Ejecutivo de Zapatero un mensaje clarísimo: ustedes asumieron una responsabilidad gravísima con su política migratoria, aventurera e improvisada. No cuenten con nuestra ayuda suplementaria: no hay medios, fondos ni voluntad política para ello.
Además de la patrullera y el avión enviados a Senegal y Cabo Verde, no habrá más ayuda. Que cada palo aguante su vela. Y la vela española es pesadísima. La vicepresidenta volverá de Helsinki y Bruselas vendiendo sonrisas y mentirijillas. Y mientras tanto, la avalancha de cayucos seguirá. El buen tiempo y la inacción de Mauritania, Senegal, Marruecos y Cabo Verde explican la invasión. No hay sonrisa que acabe con ella.