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EDITORIAL

ETA no claudica, el Gobierno tal vez sí

¿Por qué la ETA irrumpe ahora amenazando con romper la baraja si no se aceptan sus reglas de juego? Tal vez porque sospechen que de este Gobierno se puede sacar cualquier cosa apretando las tuercas adecuadas.

Ya lo anunciábamos hace más de un año cuando los rumores sobre la negociación con la ETA se hicieron inocultables. Con los asesinos no hay negociación posible. La ETA no cree en vías intermedias, no sabe de arreglos políticos que no pasen por satisfacer su programa máximo. Ha sido así desde que la banda se fundase hace casi medio siglo y, ahora que ven la victoria cercana, no están por la labor de hacer una sola concesión. Zapatero debería saberlo, y si él no, sí su nutrido gabinete de asesores áulicos. Anteriores intentos se saldaron con idéntico fracaso por esta sencilla razón: la célebre negociación no es más que escribir al dictado que marcan los verdugos.

El problema es que el Gobierno de la Nación, aunque lo desee, no puede satisfacer las demandas etarras. Si esto fuese una dictadura sería posible, pero no es el caso. A pesar de que Zapatero interpreta la Constitución a su antojo, no dispone de potestad para desgajar el territorio nacional otorgando la independencia a una de sus regiones. Tampoco puede, por ejemplo, redibujar los lindes autonómicos. Y, por descontado, carece de competencias judiciales para liberar presos o promulgar amnistías generales. Ese es el programa de la ETA. Lleva cuatro décadas matando para conseguir ese objetivo, es decir, para separar el País Vasco del resto de España, anexionar Navarra al engendro resultante y, ya de paso, resolver la cuestión de sus pistoleros encarcelados del modo más conveniente posible. Su programa es tan simple que sorprende que ninguno de los Gobiernos de la democracia lo haya entendido a la primera.

Zapatero, sin embargo, no sólo no lo ha entendido sino que ha dejado que la organización terrorista se convierta en la portavoz oficiosa de la negociación. Porque, no lo olvidemos, desde el 31 de julio, este asunto lo trata el Gobierno con absoluta discreción, tanta que en esa fecha se anunció formalmente un apagón informativo. ¿Por qué la ETA irrumpe ahora amenazando con romper la baraja si no se aceptan sus reglas de juego? Tal vez porque sospechen que de este Gobierno se puede sacar cualquier cosa apretando las tuercas adecuadas.

El hecho es que las condiciones de la tregua impuestas por los etarras están cumpliéndose con una celeridad asombrosa, inédita en otras negociaciones. Batasuna se encuentra legalizada de facto. En cuanto a los presos, si bien muchos de ellos permanecen en prisiones lejos del País Vasco, otros han sido excarcelados y la mayoría se las prometen muy felices con los resultados de la negociación. Esta misma semana, sin ir más lejos, los asesinos del senador Jiménez Abad salían de prisión tras sólo seis años entre rejas. Por último, y en lo tocante a la autodeterminación, Zapatero ha asegurado que respetará "el derecho de los vascos y las vascas a decidir sobre su futuro". No cabe imaginar mayor entrega a los deseos de la ETA, quizá mayor rapidez y decisión, y eso es lo que demanda la banda con el comunicado del viernes.

La ETA, por su parte, no ha cumplido con la única condición que le puso el Gobierno antes de sentarse a negociar, la de dejar las armas. No lo ha hecho porque anuncia con responder si no se actúa conforme a su criterio. Estas son las normas y parece que el PSOE las acepta tácitamente o, al menos, no se siente demasiado molesto con ellas. Ni una sola condena, ni un mal reproche por el infame comunicado en Gara. Hasta el comunista Javier Madrazo ha sido más duro con el renovado chantaje etarra que los socialistas. Del Gobierno no se sabe nada. Permanece fiel a su unilateral apagón informativo. Tal vez porque, una vez más, esté dispuesto a claudicar.

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