Zapatero ha dinamitado el modelo de Estado, nos ha llevado a todos a un proceso de rendición ante los terroristas etarras y está acometiendo un cambio radical en el modelo de sociedad. Como complemento, tenemos la actitud del Gobierno y de su presidente para evitar que se conozca la verdad de lo que ocurrió el 11 de marzo y los día posteriores en unas jornadas de agitación callejera como nunca se habían vivido en las horas previas a unas elecciones generales. Eso, que es lo que tiene verdadera relevancia, no puede impedirnos hablar de esos otros detalles que ofrecen el verdadero nivel político de un presidente del Gobierno.
Hace unos días supimos que Zapatero se va a llevar a un "ejército" de cocineros, pinches, camareros y ayudantes de Moncloa a sus vacaciones en el Palacio de la Mareta; ahora nos hemos enterado de que el presidente del Gobierno ha pasado el último fin de semana de compras con toda la familia en Londres. Un viaje que, por supuesto, realizó en el avión oficial más grande disponible. De este modo incumple con la normativa de buen gobierno que impulsó, que indica que no se puede hacer uso impropio de los servicios de la Administración General del Estado que están a disposición de la Presidencia del Gobierno.
Este viaje de fin de semana de Zapatero y familia a Londres muestra a un presidente con aires de nuevo rico, engreído por el poder, que ha perdido el norte y que ya no sabe donde están los mínimos que cabe exigir a un presidente del Gobierno. Además de que eso de irse de compras a Londres tiene un cierto tufo a paleto. Y decía Zapatero que el poder no le iba a cambiar. Ya no nos pueden contar esa milonga de que la suya es una familia "normal de clase media".
De todas formas, que el presidente del Gobierno utilice de esta manera un avión oficial que pagamos todos los españoles y que no pase nada es la señal más clara de que la democracia española está bajo mínimos. Con el Mystere de Alfonso Guerra se escucharon muchas más críticas. Tras los dos años de zapaterismo, la democracia presenta una calidad tan escasa que un presidente puede utilizar los aviones oficiales a su antojo y mantenerse a resguardo de las iras de la opinión pública. Vamos camino del tercermundismo.