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EDITORIAL

Nueva cesión ante Marruecos

El caso del Esperanza del Mar, con las improvisaciones de rigor del Gobierno de Zapatero y la prepotencia del régimen de Mohamed VI, pone de manifiesto una vez más que, en lo tocante a Marruecos, estamos dispuestos a ceder en todo.

La llegada ayer a Las Palmas del buque-hospital "Esperanza del Mar" cierra uno de los episodios en los que ha quedado más expuesta la servidumbre del Gobierno hacia la dictadura marroquí. El fin de semana pasado un barco avistó un cayuco a la deriva a unas 80 millas de la costa africana. Transmitida la alerta, se envió al Esperanza del Mar para que efectuase el rescate y se evitase de este modo la enésima tragedia marítima en lo que va de verano en las aguas de las Canarias.

Hasta aquí todo correcto. El "Esperanza del Mar" llegó a tiempo, recogió a los náufragos y se dirigió al puerto más cercano, es decir, a un puerto saharaui, controlado por Marruecos. Pero las autoridades alauitas impidieron el desembarco arguyendo que aquella pobre gente había sido rescatada en alta mar, en aguas internacionales, y que, por lo tanto, no tenían obligación alguna de albergarlos. Las aguas que son marroquíes cuando de pesca o prospecciones petrolíferas se trata, resultan no serlo si de acoger náufragos se trata. El buque español hubo de dar media vuelta y dirigirse a Gran Canaria con los 90 inmigrantes a bordo.

La templanza de Rabat en negar su auxilio a 90 náufragos contrasta con los nervios con los que la noticia se recibió en Madrid. Primero se dijo que el cayuco se había encontrado a 320 millas al sur del archipiélago, sin citar, naturalmente, que estaba a sólo 80 de la costa marroquí. Luego, Rubalcaba, para no ofender al Gobierno de Rabat, aseguró que éste había actuado del modo correcto; para el titular de Interior, por tanto, negar ayuda a casi un centenar de personas es actuar correctamente.

El caso del "Esperanza del Mar", con las improvisaciones de rigor del Gobierno de Zapatero y la prepotencia del régimen de Mohamed VI, pone de manifiesto una vez más que, en lo tocante a Marruecos, estamos dispuestos a ceder en todo. En Rabat lo saben porque lo han podido comprobar a lo largo de los dos últimos años. En Madrid, inexplicablemente, nadie rompe una lanza a favor de recuperar la cordura en un asunto que nos podría salir carísimo.

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