En lugar de lanzar liberticidas reprimendas contra quienes se atreven a denunciar el antisemitismo del actual Gobierno español, Moratinos bien podría tomar nota del último y contenido reproche que le ha dirigido el embajador de Israel, Víctor Harel, por "minimizar el uso que hacen los terroristas de los escudos humanos".
Moratinos –como Zapatero o cualquier miembro de su Gobierno– no es que minimice, es que silencia completamente el hecho de que los terroristas de Hezbulá no sólo utilizan a la población civil como escudos humanos sino que, por ejemplo, transportan y almacenan armamento en ambulancias y hospitales. Ha sido tal el alineamiento del Gobierno del 14-M contra Israel, que ya ha recibido los elogios de los propios terroristas, sumándose a los que los islamistas ya le dirigieron con ocasión del vuelco electoral provocado por el 11-M.
Lo indecente del Gobierno de Zapatero ya no es sólo su evidente antisemitismo y antiamericanismo sino el grado de manipulación y apología de estos bárbaros sentimientos, para generalizarlos y que no sean exclusivos de los terroristas, tal y como dramáticamente hemos podido ver en España. Este Gobierno ha envilecido la palabra paz para predicar un nihilista pacifismo que opera de hecho como el más entusiasta y manipulador colaboracionismo. No otra cosa es promocionar manifestaciones en las que los nazis son equiparados con sus principales víctimas y adversarios, como han sido los judíos y los americanos.
Claro que utilizar a las víctimas en favor de sus verdugos viene siendo algo muy característico, tanto del origen como del ejercicio de poder de este Gobierno.
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