Las juventudes del artefacto ecocomunista que cogobierna Cataluña han calificado al rey de España de "residuo franquista". Bueno. Las juventudes del partido separatista que ha cogobernado Cataluña amenizan sus festejos subvencionados con una banda (musical) sobre la que actúa la Audiencia Nacional por ensalzar el terrorismo. Las juventudes internacionales (arriba parias de la tierra) del socialismo que gobierna España le han colocado el mantelito palestino a Rodríguez para sacarle una foto que acaba de expulsarlo definitivamente de la normalidad europea, del tacto diplomático y de la decencia. Las juventudes separatistas de Convergència no critican a Montilla por pensar como un intervencionista o como un empleado de la Caixa, ni siquiera por no pensar en absoluto: lo critican por "pensar como un español". Ya se sabe que los españoles piensan todos de la misma manera, ¿verdad, pequeños racistas? Las juventudes en general están fatal.
Siempre cabe el paternalismo. Los jóvenes, jóvenes son. Uno recuerda las tonterías que defendía a los veinte años y se dice, qué caramba, no todo el mundo es tan preclaro como los veinteañeros liberales de Libertad Digital. Clemencia para los pobres jóvenes. Los planes de enseñanza los han estabulado y atontado. La televisión basura de Sardá los ha atocinado y mesmerizado. Adultos agitadores los han intoxicado con falsedades que no pueden contrastar, les han movido las emociones con baratijas ideológicas de guerras y chapapotes y derechas horribles. Les han contado que los holocaustos los provoca Israel. Pobrecillos.
Pero Rodríguez no es tan joven. Rodríguez tiene una edad. Si su cabecita romana no da para más, que se vaya y deje paso a otro, no sé, el cándido Rubalcaba, corazón de oro; o al intelectual José Blanco, Cabeza de Vaca de la política por su afán conquistador; o al experto jurista Jesús Caldera, gloria del foro; o a la eficaz gestora Trujillo, admiración de los sectores inmobiliario y del calzado; o a la gentil Vicefernández de la Percha, tan cargada de buenas intenciones, tan elocuente, tan modesta en el vestir. A cualquiera.
Porque Rodríguez ya ha llamado a la deserción a los aliados occidentales, ya ha ofendido a la bandera americana, ya se ha declarado "rojo", ya ha descabalgado a Franco para agasajar al pájaro de Paracuellos (para cuellos los suyos, progres patrios, que se lo tragan todo), ya ha insultado a la madre de Irene Villa a costa del abuelo cebolleta, ya lo sabe todo sobre el 11-M (¿desde cuando, Rodríguez?), ya se ha puesto al lado de Irán, Siria, Hezbolá y Hamas frente a Israel, ya le ha faltado al respeto a la canciller de Alemania, país de tercera fila.
El presidente es un compendio andante de toda la radicalidad, de todos los prejuicios y de todo el analfabetismo funcional de media generación perdida para la inteligencia, generación que no es la suya sino la que le sigue. Generación en la que confía ciegamente para seguir en ese espacio hipnótico e inexistente que llaman poder. Ja.