Se acaba de cumplir el primer aniversario de la tragedia de Guadalajara, en la que perecieron once personas que formaban parte de un retén anti incendio. Entonces, hace un año, los Gobiernos central y autonómico, ambos regidos por el PSOE, pasaron de puntillas sobre el tema. Quisieron enterrarlo, condenarlo al olvido y que nunca más se hablase de ello. Casi lo consiguen. Los terminales mediáticos de Moncloa se han afanado durante los últimos doce meses en correr una tupida cortina de silencio sobre aquellos luctuosos hechos.
Sin embargo, las familias de los once fallecidos no han dejado de demandar justicia y la depuración de las responsabilidades políticas pertinentes, que, con buen tino, consideran que no se limitan a una consejera. El desbarajuste y la imprevisión, que tuvieron su fatal desenlace en la muerte de estos once valientes, fueron el principal desencadenante de una tragedia sobre la que nadie quiso dar cuentas. Ahora, un año después, los que escondieron la cabeza quieren apuntarse el tanto aparentando aflicción junto a las víctimas, las mismas a las que han estado ninguneando durante todo este tiempo. Víctimas ignoradas por ruines cálculos políticos a las que, por suerte, dignidad no les falta.
EDITORIAL
Las ignoradas víctimas de Guadalajara
Un año después, los que escondieron la cabeza quieren apuntarse el tanto aparentando aflicción junto a las víctimas, las mismas a las que han estado ninguneando durante todo este tiempo.
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