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EDITORIAL

El espíritu de Ermua y la traición de un Gobierno

Aquellos millones de españoles no salieron entonces a la calle para reclamar ningún “proceso de paz”, ni para abogar por “ningún final dialogado de la violencia”.

Nueve años después del brutal asesinato de Miguel Ángel Blanco, miles de ciudadanos, en más de 20 ciudades de toda España, han salido a la calle para tratar de recuperar aquel cívico, democrático y combativo “espíritu de Ermua”, esta vez no sólo contra ETA, sino también contra la infame colaboración que el Gobierno del 14-M está brindando a la organización terrorista.
 
Hace nueve años fueron también los ciudadanos los que lideraron la oposición al chantaje de ETA y los que impulsaron la firme determinación de derrotarla, tal y como exige, en todo momento, los principios del Estado de Derecho; sólo que entonces la ciudadanía tuvo el respaldo de la práctica totalidad de las elites mediáticas y políticas del país, empezando por el del Gobierno de la nación.
 
Aquellos millones de españoles no salieron entonces a la calle para reclamar ningún “proceso de paz”, ni para abogar por “ningún final dialogado de la violencia”, sino para exigir que, con todos los resortes y mecanismos al alcance del Estado de Derecho, se combatiera, disuadiera y derrotara a los terroristas hasta hacerles perder toda esperanza de lograr algo por matar o dejar de matar.
 
Este miércoles fueron también sectores de la sociedad civil, liderados por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, los que tomaron las calles para reivindicar la Libertad y la Justicia, y para acusar al Gobierno de encubrir, con la palabra “paz”, un chantaje terrorista cuyas exigencias ya ha empezado a pagar el Ejecutivo sin reconocer todavía contactos y compromisos adquiridos con la organización terrorista. Dicha movilización la han llevado a cabo las víctimas y los ciudadanos pese al bochornoso silenciamiento, cuando no hostilidad, de buena parte de la clase política y mediática del país.
 
En cualquier caso, y a pesar de los dominantes medios de comunicación al servicio del Gobierno y del anestésico del alto el fuego, las mentiras del Ejecutivo y la insaciabilidad de ETA son de tal calibre que, con conscientes movilizaciones como las vividas ayer en tantas ciudades de España, el Espíritu de Ermua bien puede renacer de sus cenizas hasta hacer inadmisible una falsa paz, como la que ahora llena de esperanza a los verdugos al tiempo que traiciona la memoria, la dignidad y la justicia de los muertos.

 

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