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EDITORIAL

Zapatero, el ausente

La indiferencia del presidente por la visita del Papa es un paso más de la escalada irrespetuosa y sectaria de su Gobierno contra los católicos

Por primera vez, un presidente del Gobierno no ha asistido a los actos litúrgicos oficiados por un Papa en España. Tampoco acudió a despedirle. Su participación en la primera visita pastoral de Benedicto XVI a nuestro país, seguida por más de un millón de personas que han desafiado las inclemencias del calor, y por muchas más a través de las emisiones televisivas, se ha reducido a una entrevista protocolaria de cuarenta minutos, en la que, si algo ha quedado claro, es que la incultura de este Gobierno es casi tan sideral como sus prejuicios ideológicos, como lo demuestra el hecho de que Moraleda y sus subordinados confundiesen un rosario con "un collar de perlas con una cruz" y la Biblia con el Códice Vaticano.
 
El portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, ha recordado veladamente a Zapatero que el dictador cubano Fidel Castro, el general polaco Jaruzelski y el sandinista Daniel Ortega participaron en eucaristías celebradas por Juan Pablo II, durante las visitas pastorales a sus respectivos países.
 
Poco después de que Navarro-Valls constatase hechos de respeto y sentido común que están en las hemerotecas, el corresponsal de El País en El Vaticano, Enric González, pidió paso en el canal de desinformación continua del Grupo PRISA para expresar su estupor por las declaraciones del siempre comedido portavoz del Vaticano. La asepsia de la que presumen dejó paso a una burda arenga, una más en una jornada de bienvenida a Benedicto XVI que había empezado con un ataque de rencor anticlerical desde las páginas editoriales de El País y concluía con un desahogo anticatólico por parte de uno de sus corresponsales, probablemente incómodo con los abucheos de un amplio sector del público dedicó al presidente y la vicepresidenta, a su llegada al Palacio Arzobispal de Valencia donde fueron recibidos por el Papa Ratzinger.
 
Zapatero ha sido capaz de casi todo lo que hostiga y margina los valores y creencias de la mayoría de españoles, por lo que su indiferencia por la visita del Papa sólo cabe interpretarla como un paso más de la escalada irrespetuosa y sectaria de su Gobierno contra los católicos.
 
Hace una semana, el jefe del Gobierno realizó una ofrenda floral en la tumba de Mahatma Gandhi. Zapatero tuvo un gesto de cortesía frente al mausoleo de un personaje histórico que proclamó: "Cristo es la más poderosa fuerza de energía espiritual que ha conocido el mundo". Este fin de semana, el Papa, Vicario de Cristo en la Tierra, ha estado en Valencia y ha entregado el Sacramento de la Comunión a los peregrinos congregados en Valencia. Benedicto XVI, el intelectual más profundo de la Cristiandad y el Papa del Amor de Dios –tema de su primera encíclica– ha venido a España a defender la vigencia de la familia como "escuela de humanidad" y "garantía de libertad" de la persona, pero Zapatero no ha querido darse por aludido. Lo que vale en Nueva Delhi, el respeto a las creencias de la mayoría, no vale en Valencia.

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