El integrismo islámico también ataca en Internet. La Yihad electrónica tiene tiempo, aunque creció de forma exponencial a partir del 11-S. Entre las víctimas más recientes de los fanáticos que quieren convertirnos a todos a la fe de Mahoma mediante el ataque a sitios web figuran varios sitios españoles, entre los que se encuentran el de una plataforma que rechaza la construcción de la mayor mezquita europea en Sevilla o los foros de Radio Sefarad, la emisora on line de la Federación de Comunidades Judías de España. Estas últimas agresiones yihadistas a través de la Red han sido obra de un grupo de fundamentalistas con algún conocimiento informático (no debe de ser demasiado alto pues aprovechan una vulnerabilidad sobradamente conocida) que se ha puesto a sí mismo el altisonante Internet Islamic Brigade.
Las motivaciones de estos yihadistas on line son las mismas que mueven al resto de los integristas islámicos de todo el mundo: el odio a la libertad, a occidente, a la modernidad. Es sueño de un mundo entero sometido a la más violenta y reaccionaria interpretación de la Sharia (la ley islámica). Para ellos Internet es un instrumento (es de sobra conocido que Al Qaeda y otras organizaciones similares utilizan la Red para comunicarse), pero también un campo de batalla. Forma parte de esa Dar al Harb (la casa de la guerra) en la que hay que combatir para eliminar a todos los "enemigos" del Islam (para los fundamentalistas, todos aquellos que no quieran someterse a su visión del mundo) y llegar a transformarla en tierra (en este caso, espacio virtual) musulmana. Lo terrible la Internet Islamic Brigade y otros grupúsculos e individuos similares es que no conciben que puedan estar actuando mal. Al contrario. Para ellos estos ataques son un acto sublime, una obligación religiosa, su aportación a aquellos que luchan por Dios.
Sin embargo no son más que criminales. No sólo son portadores de una ideología totalitaria, son bárbaros que tratan de extenderla mediante el ataque a los más elementales derechos de los demás. No sólo violan el de propiedad, puesto que nadie les ha dado permiso para meter mano en unos servidores que no son suyos. Atentan sobre todo contra la libertad de expresión. Cuando se ataca un sitio web y se sustituye su contenido por otro lo que se busca es callar a quien dice algo que no gusta, dañar a aquel a quien se odia y de paso dejarle sin voz. Es lo que hacía aquel adolescente de 17 años detenido en Francia tras haber atacado con éxito más de 2.000 sitios web de todo el mundo.
El objetivo de estos delincuentes informáticos es especialmente repugnante, puesto que el objetivo de todos los integristas no es otro que el sometimiento del mundo entero a un califato totalitario en el que no tienen cabida los miembros de otras religiones ni tan siquiera los musulmanes no fundamentalistas. No son héroes ni tan siquiera curiosos o simpáticos personajes que pululan por Internet. Son cómplices intelectuales de todos aquellos que, en aras dicho objetivo, asesinan cada año a cientos de personas en todo el mundo. Son los compañeros de los terroristas culpables de matanzas como las que la AMIA de Buenos Aires, el 11-S y el 11-M, las sufridas por los campesinos argelinos, los turistas que disfrutaban de sus vacaciones en Bali o Sharm el Sheik o quienes tomaban una pizza o viajaban en un autobús en Tel Aviv o Jerusalén.
Estos yihadistas electrónicos no son sólo los enemigos de quienes sufren sus acciones concretas. Son los enemigos de todos los que no compartimos su fanática visión del mundo.