Zapatero, en ese tono solemne habitual en él cuando no tiene nada que decir, ha afirmado en el Debate sobre el estado de la Nación que la Ley Orgánica de Educación (la reforma educativa con menor apoyo parlamentario de la democracia) "alcanzó un elevado grado de consenso" y que "la estabilidad del sistema educativo es buena".
Es verdad que hasta ahora no ha habido un "elevado grado de consenso" en educación. Lo hubo durante unos días acerca de la Reforma de las Humanidades, en el primer gobierno de Aznar, hasta que el PSOE lo rompió para aliarse con los nacionalistas. Increíble, ¿no? Pero ningún gobierno hasta el de Zapatero había roto un consenso tan básico y de tan "elevado grado" como aplicar las leyes que ya estaban aprobadas. Lo contrario de lo que hizo el PP con la ley educativa del PSOE. ¿Le gustaba a Esperanza Aguirre la LOGSE? Tengo entendido que no, pero era una ley y había sido aprobada por las Cortes.
Zapatero, el presidente del talante –y de poco más–, ha sido el primero en decir que no iba a aplicar una ley orgánica porque no le gustaba. Y, efectivamente, la suspendió por decreto para darse tiempo a sí mismo para idear y sacar adelante una nueva ley. Tiempo que tampoco le ha cundido mucho: han aprobado la misma LOGSE de antes pero para diecisiete sistemas educativos. Como ha dicho Rajoy, lo toca todo y siempre lo deja peor de cómo estaba.
Pero en cualquier caso, el "elevado grado de consenso" al que se refiere Zapatero no es con la derecha, que para el PSOE nunca debió meterse en la educación, y menos para reformarla con ideas liberales. No, el consenso de Zapatero es consigo mismo. Del PSOE con su tejido de sindicatos, asociaciones y sectas varias, y de su tejido de sindicatos, asociaciones y sectas varias con el PSOE. De algún lado tenían que sacar esa legitimación de origen en todo lo educativo, de la "participación". Para algo se molestó el PSOE en crear todo ese entramado de asociaciones –y para algo lo financia el PP cuando gobierna– para garantizar el control socialista de la enseñanza.
Ese es el modelo de consenso del PSOE: ellos mismos y lo que les rodea. Y ya se encargaron de institucionalizarlo cuando gobernaban: los consejos escolares, que vienen a ser organismos neocorporativistas en los que se reúnen los sindicatos, las patronales, las organizaciones de padres y de estudiantes, la Administración y sectas de difícil clasificación, para discernir y debatir sobre sí mismos (y cobrar del contribuyente por todo ello). Y de ahí ha venido lo de que "sin participación no hay educación", que además de cursi es mentira, ¿o no había educación hasta que el PSOE les creó y les proclamó fuente de toda legitimidad, coartada para no aplicar leyes de otros gobiernos? Probablemente fuera al revés.
Por cierto, que estos consejos, organizados más o menos como soviets (por cada colegio, por cada municipio, por cada Comunidad Autónoma y por el Estado) vienen celebrando desde hace más de una década unos "encuentros de consejeros", un despilfarro de dinero del contribuyente, en los que se reúnen las diecisiete federaciones regionales de cada asociación, sindicato, secta, etc., para constituir una asamblea de asambleas. Son los mismos, pero multiplicados por diecisiete.
Pero que no piense el lector que esta reunión anual de asociaciones y sindicatos es totalmente improductiva. Sirve para mostrar la parte más sectaria y fundamentalista de la pedagogía progresista, o sea, del PSOE. Este año, en la asamblea de asambleas, han hablado de la evaluación de la calidad. ¿Se imaginan las conclusiones? Sí, exacto, que sin participación, o sea, sin ellos, ni hay evaluación, ni hay calidad.