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Ignacio Villa

Objetivo: inhabilitar a López Garrido

Habría que recordar al señor Marín que broncas, insultos y gestos obscenos son habituales y abundantes en la bancada socialista. Y ningún diputado de su cuerda se ha ido a la calle.

Estos últimos días han vuelto a ser convulsos para Zapatero y su gente. La condena a tres policías nacionales por la detención ilegal y política de dos militantes del Partido Popular ha dejado al descubierto la verdadera situación de un gobierno desquiciado y desbordado por sus propios errores. Desde el lunes, el gobierno y su grupo parlamentario se encuentran en una situación límite. No levantan cabeza y el Partido Popular no debería quitar el pie del acelerador.

El ministro Alonso se encuentra en muy mala posición; era el jefe de la Policía en el momento de las detenciones y han sido varias y repetidas sus mentiras en el Congreso sobre esta cuestión. Su dimisión parece inevitable. Las declaraciones de estos últimos días de López Garrido y de Pepín Blanco demuestran que el fantasma de esa dimisión está presente. El primero ha comparado al PP con Batasuna y ha criticado a los populares por su actitud de agitadores vociferantes, calificativo copiado directamente del bloc de notas del Fiscal General del Estado. El segundo ha llamado paralítico cerebral a Ángel Acebes. Cierto es que después ha intentado matizar lo dicho, pero no nos engañemos: esos ataques no son fruto de un simple calentón.

Con estos ejemplos, lo que hay que preguntarse es quién crispa el ambiente y quién calienta el parlamento. Son personajes como Blanco o López Garrido, profesionales de la manipulación política, quienes degradan el ambiente y la imagen del Parlamento, y cuentan para ello con la inestimable colaboración del presidente del Congreso, Manuel Marín. Su actitud expulsando a un diputado del PP del hemiciclo es un gesto más del sectarismo en que están instalados los socialistas. Cuando Marín echa a Vicente Martínez Pujalte: ¿lo hace por armar jaleo o por ser del PP? Si fuera por lo primero habría que recordar al señor Marín que broncas, insultos y gestos obscenos son habituales y abundantes en la bancada socialista. Y ningún diputado de su cuerda se ha ido a la calle.

En todo caso, sugiero una idea. Como ya se ve que Marín no va a expulsar a nadie del PSOE, los diputados populares deberían abandonar el hemiciclo cada vez que hable, por ejemplo, López Garrido. El objetivo: inhabilitar al portavoz socialista, porque personas como este hombre no pueden hablar desde la tribuna del parlamento sin denigrarlo. Y es que nunca tan poco llegó a tanto.

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