Aunque la obsesión del gobierno del 14-M por "adecentar" la totalitaria e insaciable realidad de ETA-Batasuna, haya tenido, últimamente, mayor protagonismo, no hay que olvidar la complementaria y no menos obsesiva estrategia del gobierno por neutralizar, dividir y denigrar a las víctimas del terrorismo. Son las dos caras de una misma moneda con la que Zapatero ha de pagar el espejismo de esta falsa paz hasta las próximas elecciones.
Ciertamente, unas víctimas a las que no les hace suficiente efecto el anestésico del mal llamado "proceso de paz" y que se empeñan en reclamar "Memoria, Dignidad y Justicia", suponen todo un riesgo para mantener enmascarado un pacto que, como todo chantaje, exige un permanente precio por mantenerlo. Aunque Zapatero haya pagado ya el comunicado de "alto el fuego", no puede mantenerlo sin nuevas y mayores concesiones, tal y como ETA y sus representantes batasunos no se cansan en recordarle. Antes de las próximas elecciones generales, Zapatero deberá hacer público el "diálogo" con la organización terrorista y empezar a hacer concesiones, tanto en el marco jurídico-político del País Vasco, como en el ámbito penal.
Ante este horizonte, y viendo que el poder anestésico del "alto el fuego" no es lo suficientemente potente como para hacer perder el norte a las víctimas que también se niegan a ser "victimas" de una mal llamada "paz", el Ejecutivo de ZP no puede sino recrudecer su campaña contra ellas y seguir alimentando las esperanzas de ETA. De hecho, conviene recordar que el llamado "caso Bono" fue utilizado tanto para criminalizar al PP como para denigrar a esa Asociación de Víctimas del Terrorismo que de forma tan digna, coherente y cabal sigue presidiendo Francisco José Alcaraz.
Aquel infame montaje del gobierno del 14-M alrededor de esas detenciones ilegales, es lo que utilizó, precisamente, el "Alto Comisionado para las víctimas" Peces Barba, no sólo para justificar su bochornosa ausencia en la manifestación de las víctimas, sino también para llamar a capítulo a la AVT para atajar la "conducta intolerante, el extremismo, o la manipulación política" que, según él, se cernía sobre este digno colectivo. Eso por no recordar, los posteriores insultos que dirigió Peces Barba contra el "sectario" Alcaraz, de quien confesó estar "obsesionado".
Ahora que se producen las denuncias de muchos asociados de la AVT de una nueva maniobra para tratar de descabezar a Alcaraz y su coherente y representativa dirección de la AVT, con encuestas falsas que encubren delegaciones de voto, conviene también recordar los desplantes, las denigraciones o el recorte de subvenciones que ha sufrido esta Asociación de Víctimas por no sucumbir, ni antes ni ahora, al síndrome de Estocolmo.
En cualquier caso, la campaña del gobierno del 14-M insistirá "como sea" en llevar a cabo esa típica estrategia leninista de infiltración con la que acabar con la resistencia de un cuerpo sano como, ciertamente, ha demostrado serlo la AVT. No le faltarán a Zapatero, sin embargo, publicitadas y bienintencionadas víctimas que confundan su legítimo afán de justicia con un desmesurado, visceral y contraproducente afán de venganza.