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Ignacio Villa

En manos de los terroristas

Cuando Ibarretxe recibe a la ilegalizada Batasuna resulta que Batasuna no existe, pero cuando el brazo político de ETA califica como graves los atentados terroristas del fin de semana nos dicen que Batasuna está en el buen camino.

Son muchos los flancos que este gobierno está dejando al descubierto en la actual situación de "alto el fuego". Una larga cadena de contradicciones, incoherencias y mentiras que evidencian a un ejecutivo superado por los acontecimientos y a remolque de los exigencias de los etarras; un gobierno inmerso en una dinámica de cesión y complacencia hacia los terroristas y sus exigencias.

Desde Moncloa nos intentan hacer creer una realidad virtual de una situación que poco tiene que ver con la verdad de la democracia y de la libertad. Dicen que las cartas de extorsión a empresarios son falsas o, simplemente, que las Fuerzas de Seguridad del Estado no tienen noticia de ellas. Los atentados terroristas se convierten en incidentes aislados. Cuando Ibarretxe recibe a la ilegalizada Batasuna resulta que Batasuna no existe, pero cuando el brazo político de ETA califica como graves los atentados terroristas del fin de semana nos dicen que Batasuna está en el buen camino. Tantos análisis divergentes, tanto cambio de opinión y tanta mentira encubierta nos dejan la impresión de un gobierno noqueado por sus propias cesiones, bailando al ritmo que marcan los terroristas.

Esta actitud ha tenido dos momentos claves que quizá expliquen con claridad el desconcierto de Moncloa. El pasado lunes, el secretario de organización socialista dijo públicamente que no estamos en un proceso de paz: "estamos en un proceso de verificación". Blanco, por primera vez en muchas semanas, cambiaba el discurso oficial y enterraba ese falso concepto de una paz que no existe. El martes, en cambio, Rodríguez Zapatero confesaba al aragonés Labordeta que los atentados del fin de semana eran fruto de una división interna de los etarras. Una confidencia que poco después rectificaba el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, que salía al paso explicando que el Ejecutivo pensaba que los terroristas etarras no habían dado la orden de ejecutar los atentados de Navarra y Vizcaya.

Un autentico laberinto de dimes y diretes, de contradicciones que evidencian que el gobierno tiene muy pocas cosas claras y que su única estrategia es abandonarse en manos de los terroristas. Su único objetivo ahora es narcotizar a la opinión pública. Para lograrlo emplean su estrategia de siempre. Crean primero un mundo irreal y luego repiten su invento hasta la saciedad, con el eco de unos medios que ni siquiera se atreven a carcajearse delProyecto Gran Simio, hasta que se convierte en una realidad virtual. El problema es que pensar que los terroristas van dejar de serlo por el embrujo de la palabra "paz" en los labios del presidente no resulta serio. Zapatero vive anclado en unas ensoñaciones que le llevan a la cesión ante las exigencias del terrorismo, empujándonos al precipicio.

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