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Isabel Durán

El triángulo de las Bermudas gubernamental

antes de cumplirse la semana de haber recogido el testigo por parte de Rubalcaba, el Gobierno declara secretos unos papeles que los terroristas quieren dar a conocer porque no le interesa políticamente.

El pasado Miércoles Santo la cúpula de la banda terrorista se reunió en Francia y decidió hacer público su último Zutabe. El que hace el número 110 de los boletines internos de los pistoleros es enviado a la televisión pública vasca. Hasta aquí, todo normal. Lo insólito es que el Gobierno ha decidido decretarlo "secreto de Estado" y no se ha filtrado a la Prensa más que con cuentagotas una versión parcial e interesada. No sólo no se ha informado a la opinión pública de las verdaderas revelaciones etarras, sino que ni tan siquiera se ha entregado el texto a la Brigada de Información en Pamplona, enclave vital en la lucha antiterrorista.

La razón es bien sencilla. En el boletín, escrito en vascuence, los asesinos se regocijan en detalles sobre el camino andado de la mano de Zapatero y los surcos de la hoja de ruta trazados de antemano de común acuerdo. El Zutabe revela la aceptación por parte del Gobierno del viaje hacia la autodeterminación y a la anexión de Navarra, ambas condición sine qua non para concederle a Zapatero el tantas veces suplicado "proceso de paz". "Accidentes" como la destrucción de la ferretería del concejal de UPN en Barañáin o las cartas de extorsión "sin importancia", en lenguaje zapateril, van de suyo en el sendero de los terroristas que encarrila la acción de un Ejecutivo hipotecado, turbio y antidemocrático desde sus comienzos.

José Antonio Alonso reveló el verdadero cariz del nuevo Gabinete cuando en una entrevista en la Ser acusó al Gobierno de Aznar de "imprevisión". Todavía estaba caliente la sangre de los asesinados y de los mutilados por la matanza del 11-M que les había llevado al poder. España se encontraba aún bajo el impacto emocional de la descomunal masacre en masa cuando el íntimo amigo y compañero de pupitre del presidente, recién nombrado ministro del Interior, apuñalaba al partido al que los atentados habían expulsado de la Moncloa. Juez de carrera, Alonso culminó su mandato al frente de una Policía en la se han destruido y manipulado datos para proceder a las primeras detenciones políticas de la democracia con el fin de criminalizar a las víctimas del terrorismo y al PP. Tras él, antes de cumplirse la semana de haber recogido el testigo por parte de Rubalcaba, el Gobierno declara secretos unos papeles que los terroristas quieren dar a conocer porque no le interesa políticamente.

El presidente y sus dos ministros de Interior y de Defensa conforman los vértices de un triángulo de las Bermudas gubernamental donde la información desaparece o se transforma. La inseguridad para cualquier ciudadano que no piense como ellos es completa. En definitiva, un profesor de Derecho Constitucional que desguaza la Constitución, un juez metido a político que defiende detenciones ilegales y un químico, alquimista del socialismo más corrupto, rencoroso y nocivo, son los actores de la voladura de la España que hoy conocemos. Y todo por perpetuarse en el poder.

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