En muchas ocasiones hemos escrito en estas páginas sobre un nuevo periodismo que está surgiendo con Internet y la blogosfera. Las bitácoras, o blogs, pueden tratar los temas que al autor más le plazcan, pero son aquellas que tratan de temas políticos y económicos de actualidad las que están centrando el interés informativo en los últimos años, especialmente en Estados Unidos. Al contrario de lo que sucede en los medios tradicionales, donde las noticias se estudian y corrigen antes de publicarse, en la blogosfera se publica primero y luego se corrige, si hace falta, gracias a los comentarios que hacen los lectores o las críticas que se realizan desde otras bitácoras, a menudo completamente opuestas ideológicamente. Es por esa razón por la que muchos consideran a la blogosfera como un medio de comunicación más fiable que los tradicionales, por su capacidad de corregirse a sí misma y exponer sus vergüenzas al respetable para que éste pueda evaluar en todo momento la credibilidad de cada bitácora. A este fenómeno se le ha denominado periodismo disperso.
Dentro de este nuevo género, tenemos en estas páginas un fenómeno del que admito no conocer de ningún caso idéntico. Lo más parecido ha sucedido en momentos puntuales en la blogosfera anglosajona: hace pocas semanas les hablaba del esfuerzo colectivo en la traducción de los documentos del Irak de Sadam por parte de un nutrido grupo de bloggers. Siguen averiguando cosas: hace bien poco han publicado una traducción que habla del traslado de "munición especial" de Najaf a Bagdad justo antes de comenzar la invasión del país; otros documentos indican que era el modo de designar a la cargada con agentes químicos. También recuerda levemente a la campaña Porkbusters, que como les conté hace meses ha llevado a muchos bloggers a buscar los derroches más absurdos en el presupuesto federal para exigir después a los representantes que los eliminen. Un conocido senador republicano, al que ya obligó la blogosfera a renunciar a su puesto como líder de la mayoría de su partido en la Cámara, ya ha protestado de los "problemas" que causa el grupo. Problemas para seguir tirando el dinero de los contribuyentes, claro.
Sin embargo, el de Luis del Pino es el único caso en el que la práctica totalidad de la conversación se ha limitado casi por completo a un solo blog y sus comentarios. Eso sí, miles y miles de comentarios. Dudo que exista en España otro ejemplo de participación tan entusiasta. Tampoco son los comentarios típicos de un blog, en el que se discuten las opiniones del autor, aunque algo (poco) hay también de eso. Principalmente, los lectores están aportando sus ideas y su conocimiento a esclarecer la investigación. Ayer mismo, por ejemplo, uno de los participantes exponía sus conclusiones técnicas sobre la imposibilidad de emplear sólo un móvil para activar el detonador encontrado en la celebérrima bolsa de Vallecas; aunque puede que sí exista la manera de hacerlo, es sin duda un apunte interesante que merece la pena investigarse. Aunque quizá no tan elaboradas, aportaciones de esta índole hay bastantes. También hay apasionantes intentos de establecer cómo se pudieron realizar los atentados, ofreciendo versiones disparatadas y otras que se ajustan mejor a lo que sabemos que la versión oficial, aún sin dejar de ser meras elucubraciones.
Este fenómeno ha decidido pasar desapercibido para los grandes gurús españoles de la blogosfera, quizá porque permanezcan muchos de ellos en esa mentalidad que considera de mal gusto intentar averiguar qué sucedió realmente el 11-M. O que, simplemente, considera que está feo eso de pensar.