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Ensoñaciones árabes

De este viaje sólo nos queda el agradable recuerdo de una Reina que ha sabido estar a la altura de su responsabilidad, representando dignamente a nuestras mujeres y al conjunto de la nación.

Los Reyes de España han visitado Arabia Saudita, un país con el que mantenemos una buena y estrecha relación desde hace mucho tiempo. En momentos difíciles para la economía española, los buenos oficios de D. Juan Carlos hicieron posible que el monarca saudita concediera privilegios a nuestra nación en relación con el suministro de petróleo. La relación se ha mantenido a lo largo del tiempo siempre en torno a la figura del Rey, dado el carácter antidemocrático de aquel país.

Durante la reunión, Abdalá Bin Abdelaziz, el monarca saudita, planteó de nuevo la crisis de las viñetas y la necesidad de que se respeten las creencias y sentimientos de las comunidades musulmanas; pidió que no se corten las ayudas y relaciones con el Gobierno de Hamas y que se comprendan las causas del terrorismo; propuso que no se aislara a Siria, a pesar de todo lo ocurrido en Líbano y de la responsabilidad de su gobierno en el asesinato de un ex primer ministro; y, por último, subrayó la gravedad del programa nuclear iraní.

Cabría esperar que D. Juan Carlos le respondiera a partir de los principios y valores que están en el fundamento de nuestra Constitución. Nos gustaría creer que defendió los derechos de las comunidades musulmanas tanto como la libertad de prensa, exigiendo reciprocidad en el Mundo Árabe y el fin a las persecuciones a judíos y cristianos. Podría, incluso, haber recordado a su interlocutor que resulta intolerable que no se pueda construir una iglesia en aquel país. En cuanto a la actual crisis palestina, S.M. podría haberle contestado que el terrorismo nunca tiene justificación, que es intolerable que Hamas no acepte la existencia de Israel y que el islamismo en general, y la variante palestina en particular, no habría logrado el poder y la influencia que hoy tienen sin el apoyo político y financiero de los sauditas. Sobre la cuestión siria, qué menos que recordar que es una posición del Consejo de Seguridad ante el abuso y la arbitrariedad de la oligarquía de Damasco, un gobierno que alienta el terrorismo y que mantiene una relación estratégica con Irán. En cuanto a la amenaza nuclear que plantean los ayatolás persas, nuestro monarca podría haberle preguntado qué medidas sugiere para evitar su desarrollo y si estaría dispuesto, como última opción, a hacer uso de la fuerza.

La Constitución sitúa al Rey bajo la autoridad del Gobierno en la ejecución de la política exterior. Con un gobierno como el actual es difícil imaginar a Moratinos o a Zapatero animando al monarca a intervenir en la línea antes descrita. La Alianza de las Civilizaciones, que tanto entusiasmo despierta en Riad, apunta en otra dirección, la de plegarse a las peticiones, cuando no al chantaje, de fundamentalistas y tiranos con la vana esperanza de que nos dejen en paz.

De este viaje sólo nos queda el agradable recuerdo de una Reina que ha sabido estar a la altura de su responsabilidad, representando dignamente a nuestras mujeres y al conjunto de la nación. Atrás queda el bochorno por el penoso comportamiento de la vicepresidenta del Gobierno y acompañantes en su reciente visita al continente africano.

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