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Enrique Dans

La atracción de la manzana

Apple es una marca que provoca fidelidad, fidelidad de la de verdad, usuarios que son, en su mayoría, auténticos "apóstoles" de la marca. Ahora, el suave y atractivo olor de la manzana se empieza a extender por todo el universo de posibles clientes.

Ayer, Steve Jobs, uno de los personajes más relevantes y brillantes de la historia de la tecnología, decidió anunciar una jugada estratégica enormemente interesante: una aplicación, llamada provisionalmente Boot Camp ("campo de entrenamiento") que permite, al instalarlo en cualquiera de los nuevos ordenadores Mac desarrollados sobre plataforma Intel, ejecutar en ellos el producto de su más feroz competidor: Windows XP.

En un primer análisis, la jugada resulta como mínimo sorprendente, incluso paradójica: ¿qué hace una compañía abriendo sus máquinas al sistema de otra? Y, por otro lado, ¿quién va a querer ejecutar un sistema operativo como Windows XP, anticuado y prácticamente agotada su vida comercial –su sucesor, Windows Vista, está anunciado para enero del próximo año– en una máquina Apple, que posee de manera nativa un sistema operativo mucho más moderno, estable, libre hasta el momento de lacras como los virus, y que ha recibido maravillosas críticas de usuarios y críticos?

Las respuestas a estas preguntas requieren un poco de análisis: en primer lugar, resulta interesantísimo pensar sobre el significado de la palabra "abierto". Es precisamente la falta de apertura lo que presuntamente ha perjudicado a Apple en numerosas ocasiones a lo largo de su historia como compañía. Su terquedad en no licenciar la fabricación de sus máquinas a otros fabricantes hizo que únicamente llegase a alcanzar una cuota de mercado del 8.5% en su momento más álgido, allá por 1994. Aunque eran máquinas que todos los usuarios juzgaban excelentes, su precio superior y su incompatibilidad con otros sistemas hacían que aquellos que las adoptasen se sintiesen un poco "fuera del mundo", "separados" o "aislados". Incluso después de la vuelta de Steve Jobs a Apple, que provocó un fortísimo resurgir de la compañía, la cuota de mercado más alta registrada ha sido del 5%. Creciente, sí, pero del 5%. Visto así, parece que, en los tiempos que corren, la opción de abrirse tecnológicamente resulta una mucho más aconsejable que la de cerrarse.

La respuesta a la segunda pregunta viene fuertemente condicionada por la primera: dado que, a pesar de la tan afirmada superioridad de Apple y de su sistema operativo, Mac OS X, únicamente un 5% de usuarios le habían otorgado sus favores... ¿quién querría instalar Windows XP sobre una máquina Apple? Pues ni más ni menos que el 95% restante. O tal vez no, pero al menos, ese 95% restante quería saber que tal posibilidad existía. Que si decidían dejarse atraer por "el lado oscuro de la fuerza" y los "cantos de sirena" de tío Steve, su viaje tendría, como mínimo, alguna puerta de salida. Que no se verían aislados del mundo, que no se encontrarían atrapados en una plataforma con costes de aprendizaje –muy escasos, eso sí– que les obligaría a curiosos ejercicios de traducción cada vez que recibiesen un archivo procedente del "mundo exterior". El fantasma del aislamiento tecnológico era, precisamente, lo que mantenía a muchos de estos usuarios inmóviles ante la llamada de unos ordenadores con un aspecto y un marketing impecable, un funcionamiento a prueba de bomba, y un entorno libre de amenazas externas como los virus que pululan como plagas constantes por el mundo Windows.

¿Cuánto cambia esta medida el panorama de la informática? Realmente bastante. El mundo de los ordenadores, del hardware, es un escenario duro, casi completamente comoditizado, en el que prácticamente ninguna marca es capaz de sostener activamente una diferenciación en precios. Frente a ese mundo, a ese hardware como "comercio de hierros", Apple se presenta como un "lujo", una "preciosidad" de diseño impecable y precios elevados, un verdadero "objeto de deseo" que provoca envidia entre quienes lo observan desde fuera. Es, entre otras cosas, la máquina más rápida que existe en la actualidad ¡¡hasta corriendo el sistema operativo de la competencia!! Simplemente, tecnología superior. No hay más que ver la cara con la que un "maquero" desempaqueta su máquina y se pone a utilizarla a los escasos segundos de haberla abierto, mientas mira al del PC, al que sólo el arranque ya le lleva comparativamente una eternidad, con un mohín despectivo. Apple es una marca que provoca fidelidad, fidelidad de la de verdad, usuarios que son, en su mayoría, auténticos "apóstoles" de la marca. Ahora, el suave y atractivo olor de la manzana se empieza a extender por todo el universo de posibles clientes, y la amenaza de la incompatibilidad ha desaparecido.

¿Cuántos de esos usuarios antes indecisos se lanzarán ahora en masa a la compra de ordenadores Apple? Es difícil saberlo. Probablemente no tantos, al menos de la noche a la mañana. Pero donde antes Apple tenía un mercado objetivo del 5%, o de un 10% siendo muy optimista, ahora tiene la posibilidad de resultar atractivo y ofrecer su producto al 100% del mercado de usuarios de ordenadores. La escala de la compañía ha cambiado. El fantasma de la compatibilidad de plataforma, que asustaba a tantos usuarios y les impedía moverse, ha sido exorcizado. Y esos usuarios que decidan morder la manzana, que instalen Windows XP en su preciosa máquina Apple recién comprada, se encontrarán en un escenario en que, con simplemente arrancar su ordenador sin pulsar la tecla Alt, verán un sistema operativo moderno, vistoso, con una superioridad tecnológica brutal sobre un viejo Windows XP que data ya de tiempo inmemorial. ¿Morderán la manzana cuando la tengan a una tecla de distancia? A mí me caben pocas dudas al respecto.

El peso de la manzana en la historia de la informática acaba de aumentar. Veremos si a algún Newton del siglo XXI le cae en la cabeza.

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