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José García Domínguez

Con suavizante Piqué no rasca, mamá

el tal Molinero es el individuo con mayor poder de convocatoria en la sociedad civil de los Países Catalanes. El domingo reunió a 700.000 almas en un descampado de Santa Coloma, únicamente a base de Ecos del Rocío, Azúcar Moreno y banderas de Andalucía.

Contemplando esa facilidad pasmosa con la que Piqué vende sus burras ciegas en Madrid, uno, a pesar de ser agnóstico, no puede dejar de coincidir con Chesterton. "Desde que el hombre ha dejado de creer en Dios, el problema no es que ya no crea en nada, sino que ahora se lo cree todo", advirtió el alter ego del padre Brown. Y es que algo de eso debe haber. Porque se antoja imposible buscar otra explicación racional a que la derecha española vaya a suicidarse en Cataluña, tragándose un bote familiar de suavizante Vernel, la cicuta que le acaba de recetar el siempre risueño don Josep.

En fin, que la dirección nacional del PP debería hacérselo mirar, como decimos en el catañol canónico de Barcelona. Aunque no así el cuco de Piqué, porque lo suyo se ve a la legua. Por lo menos, aquí, en el oasis, lo adivina todo el mundo. Razón de que esa encuesta de La Vanguardia que augura la inminente debacle electoral del PPC –perderá un tercio de sus diputados– haya sido festejada con halagos unánimes a Piqué en la Prensa doméstica. Por lo demás, quien desconozca la intrahistoria de Cataluña, seguramente se sorprenderá al leerlo, pero, hoy por hoy, las dos figuras locales más respetadas por los nacionalistas no son otras que Josep Piqué y un antiguo friqui del extrarradio que responde por Justo Molinero.

Resulta que el tal Molinero es el individuo con mayor poder de convocatoria en la sociedad civil de los Países Catalanes. El domingo reunió a 700.000 almas en un descampado de Santa Coloma, únicamente a base de Ecos del Rocío, Azúcar Moreno y banderas de Andalucía (Sí, aunque se extrañen algunos ciutadans de Catalunya, no las mueve con citas de Roland Barthes). Así, cada año por estas fechas, Justo bate su propio récord Guinness. Y también cada año por estas fechas, esas 700.000 manchas inoportunas del muy moldeado paisaje catalán son ofertadas por su dueño al mejor postor. Antes, a Pujol; ahora, al tripartito. De ahí que, entre los olés a Rosa López y los ozús de los Mojinos Escozíos, Maragall se colase en el escenario a anunciar su buena nueva. "Ya hemos ganado el Estatuto", gritó a la muchedumbre que, a su vez, ya perdía la paciencia con la arenga –interrumpió la muy esperada salida a escena de Chiquetete–.

"Dale a tu cuerpo alegría, Macarena. Que ya tenemos el Estatuto... ¡Ajá! Ya puedo aplicaros la Ley de Extranjería que es cosa buena. ¡Eh…Macarena! Ya soy libre de clausurar vuestras tiendas si las rotuláis en español. Venga, alegría, Macarena, que voy a prohibir que vuestros hijos sigan hablando en castellano… ¡Ajá!". Hará falta mucho Vernel, todo el del mundo, para que ese estropajo no rasque. Suerte que ya tenemos a Piqué para administrarlo.

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