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Cristina Losada

La poción irlandesa

Para apuntalar la fábula se dice que los comunicados de ETA están copiados del que sacó el IRA en 1994 para anunciar su alto al fuego. Pues, ¡menudo plagio! Los de ETA saben matar, pero copiar no es lo suyo.

Ahora mismo puede uno comprar por Internet una poción mágica elaborada según antiguas recetas de los druidas, de cuya sabiduría en plantas y hierbas testimoniaron ya Plinio y Julio César. Pero sin pagar ni un euro se puede adquirir estos días en España una poción de igual raigambre irlandesa. Se vende bajo el rótulo de proceso de paz en Irlanda del Norte, y los charlatanes que la ofrecen, ya digo, gratis total, tienen su chiringuito en la Moncloa. De ahí han salido estos días los mensajes publicitarios de la pócima o elixir. Bien a través del propio Zapatero en su entrevista en El País, bien de las filtraciones que se han hecho llegar a la prensa. El tema de la campaña es éste: los de ETA siguen los pasos del IRA; el proceso de paz norirlandés llegó a bueno puerto; luego, lo que aquí se inaugura con el alto al fuego de la banda terrorista recalará en parecidos y apacibles muelles.

Antes de nada, ¿a qué viene el interés del gobierno por dotar de credibilidad a la aventura en que se ha embarcado con referencias al Ulster? Lo único que tiene en común aquello con el País Vasco es que allí como aquí ha habido y hay terrorismo. Hace años que la banda terrorista y sus padrinos vienen ofreciendo el espejo norirlandés para que se mire en él el País Vasco. Acaban de rematar la jugada presentando su declaración rodeada de un séquito irlandés. Pactado como estaba el negocio, según hemos sabido tras negarlo el gobierno con mentiras innecesarias y siempre útiles insultos, hemos de concluir que la coincidencia no es casual. Y que las dos partes desean vendernos que la misma poción que funcionó en el Ulster servirá aquí. Cual si se tratara del muérdago curalotodo, que sana enfermedades completamente distintas.

Para apuntalar la fábula se dice que los comunicados de ETA están copiados del que sacó el IRA en 1994 para anunciar su alto al fuego. Pues, ¡menudo plagio! Los de ETA saben matar, pero copiar no es lo suyo. Aparte de que los republicanos manejan aceptablemente el inglés y los otros, ninguno de los idiomas en que han escrito sus papelas, las diferencias saltan a la vista. A la de quien no haya adormecido su capacidad analítica con los efluvios euforizantes y narcotizantes que emanan del gobierno. Donde ETA quiere impulsar "un nuevo marco" o "el cambio político", y requiere como broche la decisión de los vascos y vascas –la autodeterminación–, los del IRA constataban "una oportunidad para alcanzar un acuerdo justo y duradero" y pedían "negociaciones inclusivas". Mientras ETA desgrana exigencias para que dejen de "reprimirla" y llama a seguir luchando, los del IRA apuntaban su deseo de "contribuir a la creación de un clima que aliente" la negociación. Los paralelismos se han trazado mediante una masiva descontextualización, es decir, manipulación. Y omiten que aquel alto al fuego del IRA concluyó con un bombazo en Londres y dos muertos. Ah, un "accidente".

Los cuentos de hadas irlandeses que se prodigan estos días hablan de unos terroristas cansados, con ganas de jubilarse, que buscan una salida "digna". Del aislamiento social de ETA tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco como chispa que encendió la reflexión política en los etarras y su mirada hacia Irlanda... cuando fue tras ese crimen que a ETA la recoge el PNV en tierno abrazo. Todo ello resulta conmovedor y humaniza mucho a los terroristas. La leyenda no cuenta, sin embargo, que durante casi una década, el proceso de paz norirlandés condujo a hacer la vista gorda ante todas las actividades criminales del IRA que no infringieran el "cese de actividades militares" en sentido estricto. Y a que se tratara como "accidente" el brutal atentado de Omagh. No cuenta que la apuesta de los asesinos por la política –como si no hicieran política del asesinato– fue tan bendecida y la indulgencia con el Sinn Fein tan plena, que se están haciendo los dueños del solar. Que los robos, los secuestros y las palizas continúan. Que hoy hay dos comunidades enfrentadas, y en pie de guerra. Y la autonomía suspendida. Como para hablar de éxito.

El cortejo irlandés de los etarras que ha venido a tocar el arpa de la paz aquí bien podía dedicar sus energías a arreglar aquello, pero el boxeador y demás ayudas de cámara han preferido echarle una mano a ETA. Nunca las buenas intenciones empedraron tanto el camino de los totalitarios. El sacerdote Alec Reid tiene buena voluntad, pero sufre de una ceguera que le impide ver las mentiras y los crímenes del IRA, y por lo mismo, también los de ETA. "ETA no es el problema", sentenció en Bilbao. "El problema es que no hay una cultura de diálogo y por tanto de democracia. Para ellos (los españoles) diálogo es que yo trato de convencerte de que tengo la razón". Los bárbaros españoles aún en fase pre-democrática, hay que ver. En cambio, los batasunos le merecen "crédito" y ha descubierto entre ellos "algunos grandes líderes". Lo comparan con Gandhi, aquel pacifista que salía tan caro mantener pobre y que puso en marcha un movimiento que acabaría en la partición de la India. Y estos son los garantes de la poción. La que disuelve la realidad.

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