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Juan Carlos Girauta

Objeción fiscal pero de verdad

Al presidente que le subvencione el IRA, la Liga Árabe o la Fundación Sabino Arana en tanto no condene los atentados etarras ni el asalto a las sedes populares, llame "accidentes" a los "asesinatos", compare a su abuelo con Irene Villa y se declare rojo

La propuesta de los separatistas catalanes para crear la figura del objetor de conciencia fiscal me parece excelente, pero se quedan cortos. No quieren que los dineros de los pacifistas vayan a parar al presupuesto de Defensa. De acuerdo, pero se me ocurre que otros muchos no queremos que lo recaudado gracias a nuestro trabajo vaya a Justicia, Educación, Interior, Cultura, Vivienda y Presidencia. Al menos mientras Justicia sirva de climatizador de jueces, magistrados y fiscales y teledirija al Fiscal General para que ajuste el principio de legalidad al calendario terrorista; o mientras se compare al partido que votamos con la ETA (con ventaja para ésta, que hace menos "ruido"). Habrá que objetar mientras en algunas partes de España la educación discrimine a los castellanoparlantes. Que pague Rita mientras Interior siga obstaculizando la investigación del 11-M, mientras el ministerio de Cultura exista y el de Vivienda insulte nuestra inteligencia regalando stocks de zapatillas a los jóvenes, que reputa imbéciles. Al presidente del gobierno que le subvencione el IRA, la Liga Árabe o la Fundación Sabino Arana en tanto no condene los atentados etarras ni el asalto a las sedes populares, llame "accidentes" a los "asesinatos", compare a su abuelo con Irene Villa y se declare rojo. Un "rojo" no es un izquierdista sino otra cosa, y él lo sabe muy bien. La categoría es guerracivilista. A un rojo que lo financie su señora tía.

Qué decir de la parte del IRPF, del IVA y de los impuestos especiales que va a quedar en manos de los gestores de la nación catalana. No voy a financiar la presión sobre los contratados de la Generalidad para que engorden las filas del separatismo: nadie decente debe aceptar una práctica totalitaria. ¡Objeción! No admito que una parte de mi trabajo financie, a través del sueldo de los técnicos y vía comisión del 20 %, al partido que un día ha de declarar la independencia de Cataluña: nadie puede exigirme que trabaje en pos de mi propio exilio, ostracismo o algo peor. ¡Objeción!

La gasolina del coche que lleva a Perpiñán que la paguen ellos. Como el despacho de Huguet, que dice que la nuestra es la bandera del enemigo: al enemigo ni agua. Como los viajes, hoteles y camisetas de las selecciones nacionales catalanas del deporte que sea. Como los informes con los que el tripartito está comprándose a la sociedad civil, piezas de cuya misma existencia me permito dudar. ¿No estarán confeccionando alguna a toda prisa con el copypaste ahora que Daniel Sirera ha pedido que se las enseñen, verdad? Porque eso significaría que los sabios proveedores de informes habrían de devolver el dinero. Y esos ochenta millones de euros alcanzarían a diseñar y lanzar la interesante campaña que se le ha ocurrido a la Esquerra para regular la objeción fiscal, que esa sí que vale la pena.

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