Los etarras deben pasárselo bomba cada vez que leen las cosas que dice y hace Conde Pumpido. Es difícil rendirse más humildemente que el Fiscal General del Gobierno y a cambio de menos. Pero al margen de demostrar que Zapatero vendería a su abuelo por calmar su ansia infinita de seguir en la Moncloa, la política de liquidación del Estado de Derecho que, a modo de kamikaze pasado por la Pasarela Maputo, encabeza Cándido es una verdadera apelación a la delincuencia internacional para que se haga definitivamente cargo de España, una nación en liquidación por derribo y un Estado de Derecho que se ha venido abajo en dos años. Es hora de que vuelva el Narco Volador y abra oficina junto a la Audiencia Nacional, donde seguramente ya tiene amigos y conocidos. No le faltarán clientes. Incluso puede ir con su señora la del crepúsculo judicial a la telebasura y su reinserción será completa.
El problema de fondo lo planteó perfectamente Alcaraz en la COPE cuando se le preguntó cuál debería ser la respuesta del Estado a la enésima tregua-trampa de la ETA. Dijo el Presidente de la AVT que si un violador deja de violar, no por eso la policía debe dejar de perseguirle, y los jueces de juzgarlo y meterlo en la cárcel. Y que los delitos cometidos por los etarras deben pagarlos. Todos. Evidentemente, Zapacándido piensa de forma muy distinta: hay que desmantelar la Ley y las instituciones del Estado de Derecho para que los etarras se sientan cómodos. ¿Más cómodos todavía? ¿Pero se puede estar más cómodo que Henri Parot? ¿Se puede ser más feliz que Otegi? ¿Hasta dónde puede llegar la humillación del Estado ante el terrorismo, la sumisión electorera del PRISOE ante la ETA?