Guillermo Fariñas es un nombre desconocido por la mayor parte de los internautas de todo el mundo. Yo mismo, hasta hace unas horas, no tenía ni idea de quién era. Sin embargo, su nombre debería pasar a los anales de la historia de la Red escrito con letras imborrables. Este cubano de 43 años es un auténtico héroe y, desgraciadamente, podría convertirse en el primer mártir de la Red.
El castrista es uno de los regímenes del mundo más restrictivos con Internet, hasta el punto de que el mero acceso a la Red está prohibido si no se dispone del preceptivo permiso gubernamental. Violar dicha prohibición puede acarrear condenas de cárcel, como le ocurrió en 2003 a Mario Enrique Mayo, detenido durante la oleada de represión desatada aquel año contra los disidentes cubanos, que fue condenado a 20 años de prisión bajo la única acusación de conectarse a la Red. Guillermo Fariñas se ha rebelado contra esta situación, y lo ha hecho de forma pacífica y sin poner en peligro más vidas que la suya propia.
Este disidente, este héroe, lleva un mes en huelga de hambre para exigir que la dictadura comunista permita el libre acceso a la Red. Su situación es de extrema gravedad, pero él está dispuesto a seguir con sus protestas "hasta sus últimas consecuencias". La suya es una protesta reclamando Libertad, con mayúscula, para el conjunto de sus compatriotas. El suyo, el cubano, es un pueblo oprimido desde hace décadas y Guillermo Fariñas está dispuesto a sacrificarse para que deje de estarlo o, al menos, lo esté en menor medida. En una emotiva carta dirigida a todos aquellos que le ruegan que de marcha atrás, el mensaje que envía a todos aquellos que acusan a los disidentes de mercenarios es claro: "Pienso que lo mejor que pudiera ocurrir como desenlace a mi cívica protesta fuera el desenlace final de mi noticiada muerte, pues constituiría un desmentido muy práctico a las mentiras y calumnias castristas contra sus opositores".
Desgraciadamente, si lleva esto hasta las últimas consecuencias su muerte es casi segura. El tirano de la Isla-Cárcel no va a permitir que los cubanos puedan acceder a la Red sin su permiso. La exigencia de Fariñas no es baladí ni una excentricidad. Internet está intrínsecamente unida a la libertad. Quien se conecta puede obtener y proporcionar información e ideas, tiene capacidad de ver más allá de lo que es del gusto de cualquier dictador. Castro lo sabe muy bien, demasiado, y por eso los habitantes de La Habana, Santiago, Camagüey y cualquier otro punto de la sufrida ínsula no pueden leer este artículo o, incluso, la versión electrónica del Gramma.
Guillermo Fariñas es un héroe no sólo del pueblo cubano. El suyo es un sacrificio por todos y cada uno de los que nos conectamos desde cualquier punto del planeta. La propia naturaleza mundial de Internet, más allá de fronteras y sistemas políticos, le impide ser totalmente libre mientras en algún lugar no lo sea. Nuestra libertad en la Red está vinculada a la de todos los internautas, actuales y en potencia, de todo el mundo.