Tras el carnaval mozambiqueño, llegó el miércoles de ceniza. Pero no para que rindieran cuentas las expedicionarias de los resultados y gastos de su tourné africana, sino para que las niñas salieran del salón ofendidísimas. Igual pensaba Zaplana que el disfraz estaba a salvo de la "perspectiva de género". Craso error. Creía quizás el hombre que De la Vega y su trouppe se habían disfrazado en Maputo con los deliciosos delantalitos étnicos, que decía aquí Alicia Delibes. Mentira cochina. Lo único real es que el portavoz del PP ha herido con su machismo los sentimientos de la vice y de sus compis. Todo por recordar unas escenas que en España levantaron mucha rechifla.
El que se pica, ajos mastica. Las diputadas de izquierda son muy susceptibles. Y como sigan así habrá que pensar que la batalla política y su artillería dialéctica no le sientan a su frágil epidermis femenina. Pero de frágil, nada. Las diputadas se han hecho las ofendidas, que es un truco barato para salir del paso cuando te han pillado. Lo que querían De la Vega y sus chicas era sacarse la espinita de un viaje que aquí cosechó una ración de cachondeo y clavársela a quien fuera. La repercusión del Congreso de Maputo en los medios internacionales ha sido cero, por lo que no debía de ser tan trascendental como lo pintan. Y aún nos tienen que decir si, en efecto, los costes de las fotos de Nairobi y Maputo superan el monto de la ayuda que España gira a ambos países.
La próxima vez, Zaplana debe de medir más sus palabras. Si hubiera dicho, es un suponer, que De la Vega es "de las que besan a mediodía y muerden por la noche", como dijo Bono de Esperanza Aguirre, las socialistas del Congreso se habrían quedado calladas, como callaron en aquella ocasión. Y si, por ejemplo, dijera que a la vicevogue "no le caben tres cosas en la cabeza", un silencio sepulcral y respetuoso se haría en los escaños femeninos, como se hizo en el mujerío del gobierno cuando su delegado en Madrid se lo endilgó a la susodicha. Que vaya apuntando Zaplana las expresiones permitidas para referirse a las mujeres que andan bregando en la política.
De la Vega y cuarenta más se fueron a África por todo lo alto para apoyar, dicen, a las mujeres "gestoras de la resistencia frente al hambre". Y es ahí, más que en el baile de Maputo, donde está el disfraz que preocupa. Pues enmascaran con retórica post-tercermundista una operación propagandística del gobierno. Y mientras se jactan de ayudar a las mujeres africanas, no prestan respaldo alguno a aquellas como Ayaan Hirsi Ali luchan por liberarlas, a ellas y a otras, de los yugos que les impiden emanciparse y contribuir al desarrollo de sus países.
Ni apoyo ni solidaridad mostraron las socialistas hacia Hirsi Ali durante su estancia en Madrid. Ni un gesto tuvieron hacia las mujeres que firmaban el manifiesto contra el totalitarismo islámico que mantiene sojuzgadas a millones de mujeres en el mundo. Claro que cómo lo van a hacer, si la tontería multiculturalista las tiene embobadas. Cómodamente embobadas. Que uno se emboba con lo que le viene bien. Luce más, y es menos arriesgado, montar un carnavalito que llevarle la contra a los ayatolás. Si lo sabrá Hirsi Ali.
Al fin, la carnavalada de Maputo ha tenido su bis en el Congreso. Y la de ZP en la Moncloa con doscientas mujeres y Zerolo, ha encontrado su réplica en la escolta que les prestó Montilla. No podían salir solas.