Si el ministro español de Defensa piensa que el cenit de sus problemas en Afganistán han quedado atrás con su tan tardía como irrelevante explicación del siniestro de nuestros helicópteros el pasado verano, está equivocado. Si cree que lo peor que le aguarda en Afganistán es el rechazo de la Alianza a que el cuartel general de la ISAF esté bajo mando español, está más que equivocado. Hay muchas otras cosas peores que le pueden pasar a nuestras tropas de las que él es directamente responsable, particularmente si finalmente autoriza el aumento del contingente español desplegado en la zona.
El Pentágono ha dado a conocer, tras la petición del New York Times, algunos de los papeles que interceptó en la deposición del régimen talibán así como en algunos interrogatorios de Guantánamo. Pues bien, en uno de ellos queda manifiestamente claro la habilidad iraní para interferir en Afganistán, a través de su frontera común pero indirectamente, gracias al apoyo prestado a determinados grupos antioccidentales en su día.
Pues bien, la frontera común entre Irán y Afganistán es, sorpresa, el sector Oeste que denomina la OTAN, esto es, la zona de despliegue del contingente español. Y esto no tendría mayor importancia si no fuera `porque el Irán radioactivo de Ahmanidejad no hubiera amenazado con tomar medidas dolorosas contra el mundo occidental si se le seguía presionando para que abandonara sus esfuerzos nucleares, en clara violación de sus compromisos con el Tratado de No Proliferación.
Se habla mucho del papel que Teherán está jugando en el sur de Irak, apoyando a parte de la comunidad chií. Se habla mucho menos de su influencia en Afganistán. En el cuartel general de la OTAN la amenaza de que Irán podría intentar desestabilizar la región oeste afgana se toma muy en serio y por eso han pedido que las fuerzas allí desplegadas se preparen para tener que hacer frente en el futuro inmediato a encontronazos con fuerzas antigubernamentales. Si esto ocurre serán los soldados españoles, en misión de paz según el actual gobierno, quienes tengan que hacer frente a esta nueva insurgencia. Llegados a ese punto, no habrá golpe de viento que culpar, ni piloto que haga maniobras arriesgadas al que criticar. Lo que habrá es un serio riesgo para nuestras tropas. ¿Qué dirá entonces el ministro? La situación en su sector puede empeorar gracias a ese aliado que Zapatero encuentra en Teherán. Cuando les hable a los ayatolás de la Alianza de Civilizaciones, que le recuerde, por favor, de quien son nuestras tropas, no vaya a ser que al final los iraníes ni sean aliados ni civilizados.