La noticia hace "la une" (primera plana) en la prensa: Ilán Halimi, un joven de 23 años, vendedor de móviles en una tienda de París, deslumbrado por una joven rubia, la siguió y desapareció. Eso ocurrió el pasado 21 de enero. El 13 de Febrero, el cuerpo del muchacho fue hallado junto a la vía férrea, en las cercanías de Sainte Génèvieve-des-Bois, arrabales parisinos. Durante unas tres semanas había sido secuestrado y torturado (de verdad) y murió camino del hospital. Esta es, por ahora, la última fechoría de la autoproclamada "banda de los bárbaros", dirigida por un joven marfileño, Yossuf Fofana. La banda se dedicaba, es de suponer que entre otras cosas, a secuestrar a jóvenes que acudían atraídos por dos cómplices, chicas guapas que servían de anzuelo. Se conocen seis casos de secuestros; cuatro de los secuestrados eran judíos, como Halimi. No se conoce, en cambio, la suma total que han logrado arrancar a las familias de sus víctimas para su rescate. La familia Halimi es humilde, jamás hubiera podido pagar los 450.000 euros exigidos para su rescate, pero los secuestradores, según la policía, estaban convencidos de que, como "los judíos son ricos", si los Halimi no podían pagar les bastaría con pedir el dinero a "la comunidad" o a "los rabinos". Hasta el punto que telefonearon al rabino del barrio donde vivía Ilán, para que acelerara los trámites del rescate. Por lo visto, el buen señor no entendió nada y ni siquiera conocía a Ilán, ya que éste no iba a la sinagoga.
Con la regresión generalizada que caracteriza nuestra época, todos quieren encerrarlo todo en cuestiones religiosas, y se transforma este suceso criminal en episodio de la "guerra de religiones" entre musulmanes y judíos. Hasta la juez instructora, Corinne Gootzmann, considera como agravante el aspecto "religioso" del crimen, en lugar de hablar de racismo a secas, tal y como hizo Sarkozy. ¿Quién sabe si el jefe de los bárbaros es un musulmán integrista? Bastantes crímenes se cometen en nombre de Alá y Mahoma, para no confundirlo todo. Lo que en cambio sí se debe denunciar es el clima de antisemitismo que reina en Francia, y no sólo en los barrios "difíciles". En este caso, como en otros, se intentó ocultar el aspecto antisemita del crimen y de no ser por Ruth, la madre de Ilán, quien denunció el racismo y concedió una entrevista al diario israelí Haaretz, tal vez se hubiera logrado. Hubo una primera manifestación de protesta de judíos; otra, más importante, está prevista para este fin de semana.
Audrey L., una de las dos chicas anzuelos, cuyo novio forma parte de la banda, rubia, de buen ver, y francesa, al ver su portrait-robot en la prensa, se asustó y se entregó a la policía. Desde entonces se han efectuado una docena de arrestos, pero el jefe de los bárbaros, uno de sus lugartenientes y una cómplice, se han escapado. Se supone que Fofana ha vuelto a Costa de Marfil. Veremos, a lo mejor se ha comprado el billete de avión con su nombre y apellido, para luego largarse a Nantes, o a Gaza.
Los medios galos, hablando de otra cosa, se han ilustrado con un nuevo chasco: ayer anunciaban a bombo y platillo, el arresto del general serbio Ratko Mladic, para desmentirlo esta mañana. Por cierto, ¿cuándo se disuelve el Tribunal Internacional de La Haya? Ya va siendo hora.