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EDITORIAL

¿Quiere y puede ZP deshacerse de ERC?

Por muchas presiones que, aparentemente, el PSOE lance contra Maragall y Carod Rovira, habrá que recordar que estos, al destaparse lo de Perpiñan, no sólo no interrumpieron su viaje, sino que embarcaron al propio Rodríguez Zapatero

 “El PSC debe plantearse el cese de Carod-Rovira como miembro del Gobierno Catalán”
José Luis Rodríguez Zapatero, 26 de enero de 2004.

El acuerdo entre Zapatero y Mas para sacar adelante el estatuto soberanista catalán y el rechazo de ERC a lo que, en realidad, no es más que una engañosa tarea de maquillaje, ha desatado una justificada polémica en torno a si, con esta maniobra, el presidente del gobierno no busca deshacerse de sus actuales compañeros de viaje, y establecer nuevas alianzas con quienes, como CiU, tienen una imagen más "moderada" que los indisimulados separatistas de Carod Rovira. Hay quienes dan por seguro ese cambio de escenario y anticipan que el tripartito de Maragall tiene los días contados.

Ante esta posibilidad, el pasado jueves quisimos dejar bien claro que, para nosotros, "que ERC sea la que haya sacudido políticamente el árbol, pero sea CiU la que recoja finalmente las nueces, no hará de esta recolecta algo menos inconstitucional y lesivo para España. La insaciabilidad de los independentistas no puede ser, en ningún caso, prueba de la ‘moderación’ de un engendro inconstitucional que, como ha admitido Rubalcaba, ‘lleva el ADN de ERC’. O sea, el ADN del separatismo".

Ciertamente, lo pactado nos sigue pareciendo inconstitucional, lo suscriba o no finalmente ERC; sea CiU quien pase a ser el socio preferente de ZP, o lo siga siendo, como hasta ahora, el interlocutor de ETA en Perpiñán. Lo importante no es quienes firman, sino lo que se firma. CiU, por otra parte, no deja de ser una formación nacionalista que reivindica la autodeterminación y que, desde hace unos años, no hace más que competir en radicalidad nacionalista con la formación de Carod Rovira.

No vamos a negar, sin embargo, que, desde el punto de vista propagandístico, para ZP será más fácil convencer a los españoles de que el traje estatutario confeccionado para Cataluña es perfectamente "constitucional y positivo" para España, si entre los sastres no aparece ERC, que si lo hace. Pero, en ese sentido, también sería positivo para ERC oponerse finalmente a ese estatuto: Por un lado, contribuiría, con su negativa, a colar el engaño de ZP y el resto de formaciones nacionalistas consistente en que el estatuto "está limpio –de inconstitucionalidad– como una patena"; mientras, por otra, seguiría mostrándose fiel a sus principios más descaradamente separatistas y cultivando el típico e insaciable victimismo de los nacionalistas.

Algunos ven en esa negativa de ERC al Estatut la subsiguiente crisis del tripartito Maragall. Alegan –como Duran Lleida– que sería "esperpéntico" que los de Carod Rovira, no votando a favor del "estatuto" en el Congreso, siguieran, como si tal cosa, gobernando en Cataluña. Para empezar, ese "no" de ERC al estatuto maquillado de ZP y Mas, todavía no es definitivo. Y si, finalmente, así es, el "esperpéntico espectáculo" de la continuidad de ERC en el Tripartito, no sería menos bochornoso que a los que ya se ha acostumbrado hasta la más acentuada sensibilidad; por ejemplo, la de ver un partido independentista consensuar estrategias comunes con una organización terrorista con el objetivo confeso de "desestabilizar el Estado español", y luego ver a ese mismo partido, no sólo seguir siendo socio preferente de Maragall sino también de Zapatero. Para espectáculo esperpéntico, trágicamente esperpéntico, la de ver a un presidente de gobierno que no tiene claro si el país que gobierna es o no una nación...

El futuro siempre está abierto, y nosotros no es que neguemos que el tripartito de Maragall pueda tener los días contados. Lo único que constatamos es que esa continuidad depende fundamentalmente de la voluntad de los partidos que lo forman, empezando por el voluble estado emocional de Pascual Maragall. Por muchas presiones que, aparentemente, el PSOE lance contra Maragall y Carod Rovira, habrá que recordar que éstos, al destaparse lo de Perpiñan, no sólo no interrumpieron su viaje, sino que embarcaron en él al propio Rodríguez Zapatero.

Conviene tener presente, por otra parte, que la disposición de Mas de respaldar a Zapatero pasa, como conditio sine qua non, por la vuelta de CiU al gobierno de Cataluña. Y sin ese relevo, no hay que descartar que los que ahora, desde el PSOE, muestran a ERC la puesta de salida, corran con el tiempo a volver a pagarles su permanencia.

La llegada de Zapatero al gobierno, sus compañeros de viaje y las esperanzas que ha creado en lo más radical que hay dentro y fuera del arco parlamentario, no son tan fáciles de dejar en la estacada. Más aun, cuando hay un estatuto vasco que está esperando y que será tan falsamente constitucional como la falsa paz que ETA pueda ofrecer a Zapatero y a su nihilista huida hacia el abismo.

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