Ayer fue un día triste, muy triste, no sólo para Salamanca, sino también para el conjunto de España. Ayer, 19 de enero de 2006, el Gobierno de la Nación desmanteló un centro cultural, de titularidad estatal y, por tanto, propiedad de todos los españoles, para pagar una hipoteca política.
Y lo hizo sin luz y sin taquígrafos y, por supuesto, sin la normalidad democrática que anunció recientemente la ministra de Cultura, doña Carmen Calvo. Por el contrario, el Gobierno ha actuado con nocturnidad y alevosía y con una demostración de fuerza desmedida. Numerosos efectivos de la Policía Nacional, más de 100 agentes, escoltaron las cajas a las 6:15 horas de la mañana. Sorprende dicha demostración de fuerza en una ciudad como Salamanca, cuyos habitantes se caracterizan por ser cultos y hospitalarios.
Ayer será un día que no olvidaremos nunca, que quedará grabado en la retina de todos los españoles para siempre. Porque ayer triunfó el chantaje político frente a la razón científica.
Se ha consumado el expolio. El que tanto hemos tratado de evitar desde Salamanca y desde toda España. Porque en este tiempo no hemos estado solos, hemos recibido el apoyo y el ánimo de muchos ciudadanos anónimos desde todos los rincones del país, de historiadores, archiveros, juristas, periodistas. A todos ellos les agradezco sinceramente su apoyo y les animo a no desfallecer. Seguiremos luchando por lo que consideramos justo, con las armas que el Estado de Derecho pone en nuestras manos.
