Me escribe mi amigo César Cansino, un inteligente politólogo mexicano, sobre la inmediata aparición de su nuevo libro titulado: “En el nombre del pueblo. Muerte y resurrección del populismo en México”. Lo espero con impaciencia, mientras tanto no puedo dejar de reconocer que después de la caída de Bolivia, la pregunta que se hacen los dictadores de Hispanoamérica es clara: ¿Caerá Méxicoen el bloque populista? Responder afirmativamente a esta pregunta es la principal preocupación de Castro y Chávez.
México es la pieza maestra del nuevo totalitarismo que amenaza a Iberoamérica. El año 2000 marcó un punto y aparte en el régimen político de México. Ganó, por fin, una alternativa al PRI. De entonces aquí muchas cosas han pasado. No todo ha sido malo. El PAN y Fox puede que hayan sido mediocres en la gestión, e incluso cicateros con algunas reformas, pero han respetado la división de poderes y algunas reglas fundamentales de la democracia. Cierto es que se han desvanecido ilusiones, pero nuevos aprendizajes democráticos han aflorado para fortalecer la democracia, que, si alguien no lo remedia pronto, pueden ser borrados fácilmente por el nuevo populismo que emerge por todo México. Por lo tanto, también México está inmerso en la alternativa democracia o populismo.
El nuevo ciclo político que se inicia en el 2006, especialmente con las elecciones presidenciales mexicanas, está condicionado por los cambios políticos en toda la región. Grave tiene que ser lo que está pasando en Hispanoamérica para los demócratas mexicanos. La izquierda totalitaria está asentándose en el poder. Pero la catástrofe total sólo llegará, cuando López Obrador, el candidato que protegen Castro y Chávez, llegue al poder al país más importante de América: México.