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Eduardo Pedreño

El hombre desactualizado

Apostar por Explorer puede ser lo más seguro: 90% de cuota de mercado y el imponente monopolio moderno de Microsoft para respaldarlo. Es la visión errónea.

Hace unos días en una reunión un ejecutivo colega se burlaba de que utilizase el navegador Firefox, "ese que utilizan cuatro gatos", y cuestionaba la calidad del software, su popularidad y lo mal que funcionaba en ciertas páginas. Respondí que Firefox es utilizado por un 10% de usuarios (12% en Europa con un crecimiento del 40% en seis meses). ¿Cuántas empresas pueden permitirse el lujo de decirle a un 10% de sus clientes: "Aquí no te quiero, vete a otro sitio"? Porque eso es lo que hacen algunos portales españoles (el ejemplo más flagrante es Wanadoo), y muchísimas páginas de servicios o comercio electrónico. Pero más allá de eso el comentario me preocupó, porque este ejecutivo había vivido la primera ola de Internet en el bando de los entusiastas y, sin embargo, denotaba en su comentario estar, en la segunda ola de la web, en el bando de los escépticos. ¿Qué ha pasado?

No es la primera vez que observo este fenómeno. Directivos y ejecutivos que hace unos años pusieron fe ciega en las innovaciones que se vivían en Internet ahora no conocen las nuevas aplicaciones web, el potencial del software libre o navegadores como Firefox, que ha revolucionado por completo y para siempre la forma de navegar. Una nueva generación de emprendedores está surgiendo y superando a aquellos de la primera ola, muchos de los cuales perdieron la ilusión con el estallido de la burbuja. Y ahora no existe ni fe, ni confianza, ni ganas de aprender a manejar nuevas herramientas o tan siquiera comprenderlas, por más que éstas nos prometan revoluciones. Se han prometido muchas revoluciones y se han concretado pocas. Lo que no se comprende se teme, se ignora o se desprecia. Tampoco se ha conseguido comunicar las bondades de todo lo nuevo, aunque sí es cierto que se está intentando y es algo que debemos agradecer a muchos "evangelistas a tiempo parcial".

Nos estamos encontrando, de nuevo, con la figura del "hombre desactualizado" que popularizaba un anuncio de televisión, pero de segunda generación. Desde los años 97 al 2000 encontré escépticos de la cosa por todas partes, con un escepticismo hostil y despreciativo. "Eso de Internet, cosa de cuatro gatos... no sirve para nada... pornografía y pederastia...". Cuanto más ascendías en la cadena de mando, más desprecio. Muchos trabajadores se veían de pronto en la obsolescencia y reaccionaban con manifiesta hostilidad a quienes, con un entusiasmo desafiante, proclamábamos que Internet era el futuro. Bueno, pues Firefox es el futuro de la navegación. Como se suele decir en inglés: "deal with it" (algo así como "hazte a la idea"). Pero rápido.

Pero el hombre desactualizado va mucho más allá de Firefox. Skype y toda la Voz IP, la pléyade de aplicaciones web que está surgiendo (de la que hablaba Daniel Rodríguez hace unos días), el RSS, el comoditizado GPS, el Internet ubicuo, OpenOffice , Linux, el MP3 -y cada vez más, vídeo- en iPod y sucedáneos, la televisión a la carta y las nuevas tecnologías web, basadas en el XML, que se están imponiendo con sorprendente rapidez y que cambiarán nuestra forma de trabajar informáticamente hablando. Por poner un ejemplo, escribo todos mis textos para LibertadDigital con Writely (un editor de textos tipo Word en web) en lugar de con el propio Word. En este mundo no hay lugar a quedarse parado, no hay lugar para despreciar un 10% de cuota de mercado y 120 millones de descargas. Hay que estudiarlo, dedicarle tiempo y abrazarlo hasta comprender en qué radica la revolución. Y luego exigirlo a quien no lo respete o lo adopte. El cambio es constante. La web no perdona. Y hay que jugar en Red. Como escribían Alfons Cornellá y Xavier Creus hace años, cambian las reglas pero no los principios.

Firefox va a ser la base y el punto de partida para la integración de todos los servicios de nueva generación. No es casualidad que Google esté programando extensiones para el navegador, tenga contratados a varios de los programadores originales de Firefox y pague carísimas promociones publicitarias para conseguir que los usuarios dejen el Internet Explorer por éste. Ya hoy Firefox es mucho más que un navegador. A través de las extensiones podemos convertirlo en un lector RSS, unaherramienta para publicar en el blog,herramientas para almacenar nuestra información o integrarlo con servicios de la nueva generación: Gmail,del.icio.usoDigg. Firefox permite la navegación transversal y multitarea. Y el problema no es que Firefox sea hoy muy superior al Explorer de Microsoft, el problema es que el Explorer jamás alcanzará a Firefox por una cuestión fundamental, llamada filosofía de Red, capacidad de integración, extensibilidad y mayor agilidad frente a la aparición de nuevos estándares. Firefox tiene cientos de programadores trabajando para mejorarlo. Explorer sólo tiene el recurso de copiar a Firefox con sus hordas de programadores a sueldo. No les queda otra. Apostemos: el Explorer 7.0 copiará decenas de funcionalidades de Firefox.

Apostar por Explorer puede ser lo más seguro: 90% de cuota de mercado y el imponente monopolio moderno de Microsoft para respaldarlo. Es la visión errónea. Firefox garantiza que la web no será unidimensional, garantiza que Microsoft no impondrá sus estándares allá donde desee, garantiza que nadie será propietario de nuestra forma de ver la web. Y garantiza mucha más seguridad que ese queso de Gruyère llamado Explorer. Y sólo por eso es necesario. Y sólo por eso debemos respetar a los "4 gatos" (que ya son al menos 60 millones de gatos y 120 millones de descargas) que utilizan Firefox y que jamás volverán a utilizar Explorer porque saben, en primer lugar, que comparativamente es notablemente inferior a Firefox. Y en segundo lugar que, de utilizarlo, además de salir perdiendo como usuarios se pasarían a otro lado de la frontera digital, lejos del usuario que más partido saca de la Red. El lado del hombre desactualizado.

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