Era insoslayable que el balance entre lo que cada país europeo recibe y entrega a los presupuestos comunitarios iba a ser alterado como consecuencia de la ampliación de la UE. Ahora bien, que a España –cuyo Producto Interior Bruto representa el 8% del conjunto de la Unión Europea– se le haya endosado el 25% de los costes de la ampliación, y pierda nada menos que el 90% de su saldo actual, es un desastre sin paliativos de nuestro Gobierno, que sólo puede ser bueno –y así ha sido– como consuelo para otros gobiernos de países perjudicados –pero menos– por el acuerdo.
Zapatero podría, al menos, haber tratado de maquillar el varapalo recibido exagerando la insoslayable pérdida de fondos que aguardaba a España, señalando que hemos obtenido "el acuerdo menos malo de los posibles". Podría haber tratado de colar su fracaso negociador en el hecho –por nadie cuestionado– de que "los españoles no podíamos recibir el 100% de lo conseguido por Aznar", de que "España tenía que perder dinero", pues "nuestra situación actual es mucho mejor que la de 1999 en términos de renta y de convergencia" y "se han incorporado a la Unión diez países con una renta inferior a la nuestra y que necesitan la ayuda más que nosotros".
Pero lo cierto es que todas estas observaciones no las ha hecho este miércoles Zapatero, sino Rajoy, demostrando, así, que su demoledora crítica al Gobierno en sede parlamentaria no se ha apoyado en demagogia alguna. Tal vez porque ZP sabe que su rotundo fracaso no podía ser justificado por efecto estadístico alguno es por lo que ha optado por proseguir su huida hacia delante, que es, simplemente, negar radicalmente la realidad. Así, ha insistido en hablar de "éxito" con la misma desfachatez con la que vino de Bruselas hablando de que era un "buen día para Europa y un buen día para España".
Si nuestro país ha sido –con gran diferencia– el peor parado de todos los de la UE –tal y como ha señalado el presidente del Consejo Europeo–, ¿a qué le hubiera llamado ZP obtener un fracaso? Cuando desde sectores tan poco sospechosos de proximidad al PP como el diario El País o el sindicato CCOO se critica el acuerdo y la entusiasta negación de la realidad del presidente del Gobierno, ya nos dirán ustedes si no estuvo justificado que la reacción inicial del líder del PP fuera la de referirse, estupefacto, a ZP con aquel "a este hombre le pasa algo", o que este miércoles Rajoy haya hablado de la "neolengua del señor presidente", que llama "éxito" a lo que antes se le llamaba "desastre".
Sin tanta "boba solemnidad", la actitud de ZP ante lo obtenido en Bruselas recuerda a la de Igor, el personaje jorobado El jovencito Frankenstein. Cuando el personaje de Gene Wilder le pregunta a Igor por la cambiante ubicación de su joroba, éste le responde sonriente: "¿Joroba? ¿Qué joroba?"... Un también estupefacto Gene Wilder debió de pensar: "A este hombre le pasa algo, y no sólo en la espalda".
Lo grave es que la negación de la evidencia, en el caso de ZP, lejos de ser un recurso puntual para salir del paso, es un recurso sistemático de su Gobierno. Ya dijimos en su día que, con este Gobierno surgido del 11 al 14M, nos esperarían "mentiras orwellianas". La referida a lo perdido en Bruselas ni es la única ni la peor.