Recientemente, Enrique Dans hizo el experimento de emplear herramientas web para todas sus actividades diarias. Con el ordenador, se entiende. No, eso que están pensando no se puede hacer en la web, cochinos. Yo no he llegado a tanto, especialmente porque no tenía interés alguno en experimentar y sí en mejorar mi actividad diaria. Tengo el defecto de que mi barrera entre ocio y trabajo es bastante borrosa, de modo que suelo necesitar disponer de los mismos datos allá donde esté, sea en casa o en la oficina.
La primera de las herramientas que empecé a usar en web fue Bloglines. Empleaba antes un excelente lector de RSS llamado FeedDemon, que me sigue pareciendo el mejor en su género. Pero dado que leía muchos de los blogs y noticias tanto en casa como en el trabajo, tuve que pasarme a un lector en web que recordase todo lo que ya había leído para no tenerlo de nuevo que ver cuando cambiara de ordenador.
El siguiente paso fue el correo electrónico. Cuando Antonio José Chinchetru me invitó a utilizar Gmail, en aquella época en que se sorteaban y vendían invitaciones, quedé muy agradablemente sorprendido de su rápida y comodísima interfaz. Emplear gestores de correo tradicional, sea Outlook Express o Thunderbird, ya no volvió a parecerme tan cómodo desde entonces. Recientemente, he redirigido todo mi correo a Gmail, lo que me permite poder leer y contestar a todo lo que se me envía desde el mismo interfaz. Y tan feliz.
El artículo de Enrique fue el que me impulsó a dar los siguientes pasos. Desde hace un par de semanas estoy escribiendo mis documentos en Writely, un procesador de textos en web. Una de sus principales virtudes es que está continuamente guardando el documento mientras lo editas. Su mayor defecto, que está sólo en inglés, lo que no representaría un problema demasiado grande si no fuera porque el corrector ortográfico también está disponible sólo en ese idioma. De hecho, este artículo lo estoy escribiendo con esta herramienta y voy a tener que hacer una interrupción para irme de casa a la oficina, y no necesitaré guardarlo en ninguna llave USB. Enseguida estoy con ustedes.
La siguiente aplicación de la que hice uso es Meebo, un sistema de mensajería instantánea que permite entrar al mismo tiempo en cuentas de Messenger, Jabber, ICQ y Yahoo. La alternativa de tener los cuatro clientes de mensajería resulta demasiado costoso en memoria y velocidad de arranque del ordenador. Dado que la alternativa que venía usando hasta ahora, Trillian, es de pago y me ha expirado mi licencia, he decidido darle una oportunidad a esta alternativa. Dado que no hago un uso demasiado extensivo de las mismas -no envío ficheros ni hablo por voz- me resulta suficiente. Además, su sistema de avisar al usuario de que alguien le está escribiendo es lo mejor que se puede lograr sin emplear una aplicación residente en nuestro ordenador.
Por último, para una persona despistada como yo es imprescindible guardar en algún sitio las tareas que tengo pendientes, ya sean de trabajo, familiares o, incluso, de ocio. ¿Saben ustedes cuantas veces han dejado de poner una película que quería ver pero de la que olvidé su mera existencia terrenal? Basecamp, empresa especializada en aplicaciones de gestión de proyectos vía web, dispone también de una aplicación gratuita llamada Ta-da Lists, que me está resultando muy útil para ordenar mis cosas. Por cierto, la última de Woody Allen no está mal.
Según aumenta la velocidad de la web gracias a tecnologías como AJAX o al aumento del ancho de banda, la resistencia a adoptar aplicaciones web se debe a la inseguridad de que nuestros datos lo guarde una empresa, generalmente norteamericana, en la que tenemos que confiar más o menos ciegamente. Aunque sea razonable la respuesta que da Writely a este temor -"nosotros hacemos una copia de seguridad de los datos cada 10 segundos. ¿Lo haces tú?"- sería de agradecer que todas ofrecieran un sistema más o menos sencillo de realizar copias que cada usuario pueda guardar en sus CDs, esos por los que pagamos canon a Ramoncín. Posiblemente sea irracional, pero nos quedaríamos más tranquilos.