Luis Herrero, en su página web: "A las nueve de la noche del martes 6, le he enviado a Ignasi Guardans y al resto de los eurodiputados de la comisión de Libertades, el email de respuesta al que él había puesto en circulación el martes la mañana". Por su interés, Libertad Digital reproduce íntegramente el texto de la carta de Herrero.
El respetado colega Ignasi Guardans os ha pedido por escrito que no apoyéis una petición firmada por nueve periodistas españoles que lo único que pretende es impedir que la segunda cadena de radio más importante de España, propiedad de la Conferencia Episcopal, sea silenciada en Cataluña por una arbitraria decisión administrativa. Guardans tiene todo el derecho del mundo a pedir lo que quiera. El mismo derecho que tengo yo a puntualizar algunas de las afirmaciones que él incluye en su escrito.
Afirma, por ejemplo, que miles de personas consideran en España que la cadena COPE canaliza a diario una permanente sucesión de insultos y que se ha convertido en el más fuerte ejemplo de discurso de odio de toda Europa. Guardans, que tiene de liberal lo mismo que yo de fraile benedictino, o sea, nada, debería decir también que España, gracias a Dios, es un estado de Derecho y que ya están el Código Penal y los tribunales de Justicia para determinar si los medios de comunicación cometen excesos ilegales. España no es Ruanda. Sólo el hecho de que Guardans se atreva a establecer esa comparación me ofende como demócrata y como español.
Afirma también el señor Guardans que la petición presentada en el Parlamento Europeo sólo tiene el apoyo de los periodistas de la derecha y de los 100.000 oyentes de la emisora. Lo primero, sencillamente, no es verdad. Y lo segundo es una torpe y grosera manipulación impropia de cualquier persona que respete la objetividad de los datos. La COPE, según el Estudio General de Audiencias que hoy martes publica la prensa española, no tiene 100.000 oyentes, si no 2.939.000. La diferencia ni siquiera es sutil, es sencillamente demoledora. Tampoco es cierto que los únicos apoyos lleguen sólo de los periodistas de la derecha. Como se dice en la petición presentada ante el Parlamento Europeo, han denunciado las intenciones liberticidas del Gobierno catalán las siguientes asociaciones profesionales: Asociación Española de Radiofusión Comercial, Asociación Internacional de Radiofusión, Asociación Profesional Española de Informadores de Prensa, Radio y Televisión y Federación de Asociaciones de Radio y Televisión. Además, a título individual, han manifestado su apoyo a la iniciativa de evitar el silenciamiento de la COPE en Cataluña decenas de periodistas. Entre ellos, Carlos Herrera y Luis del Olmo, los directores de dos de los tres programas matinales de radio que, junto al de la COPE y al de la cadena SER, acumulan más del noventa por ciento de la audiencia de la radio convencional de toda España. Pongo la lista de los periodistas que simpatizan con la razón de ser de la petición presentada ante el Parlamento Europeo a disposición de cualquier observador independiente y reto públicamente al señor Guardans a que mantenga ante ellos la afirmación, temeraria y burda, de que todos pertenecen a la derecha.
Hasta ahora, 400.000 ciudadanos españoles han apoyado, con nombres, apellidos y DNI, la petición presentada ante la Eurocámara. Se trata de la iniciativa parlamentaria de esta naturaleza más popular de toda la historia de la Unión Europea. Nunca antes ninguna petición había conseguido un número de firmas tan apabullante. Si eso no es estar masivamente apoyado por los ciudadanos españoles, entonces, ¿qué es?
Sigamos con el capítulo de manipulaciones. El señor Guardans afirma que la Conferencia Episcopal catalana condena el discurso hostil de la COPE, pero omite, a lo peor deliberadamente, que la Conferencia Episcopal española, por boca de su vicepresidente, Antonio Cañizares, ha declarado que "la Iglesia debe garantizar la libertad de expresión, y que un medio propio de la Iglesia también debe garantizarlo, ya que es un derecho fundamental. Una sociedad cae si no hay libertad y uno de los riesgos que tenemos en este momento en España es la falta de libertad, la falta de libertad de expresión, religiosa, de enseñanza, de libertades verdaderas".
Por último, el señor Guardans se permite el lujo de afirmar en su carta que no quiere decir nada de la legalidad de cualquier decisión administrativa del Gobierno catalán en relación a las licencias de radio de la COPE en Cataluña. "Tenemos tribunales", afirma. Y es verdad: los tenemos. Tan es verdad que los tenemos que todos ellos, hasta ahora, se han pronunciado en contra de las decisiones administrativas del Gobierno catalán contrarias a la COPE. Tal vez sea por eso por lo que Guardans, en su carta, no quiera decir nada al respecto. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en marzo de 2000, y más recientemente el Tribunal Supremo de España, han fallado a favor de la COPE. El Tribunal Supremo, el pasado 29 de noviembre de 2005, decidió anular la denegación por parte de la Generalitat de la renovación de la licencia de la emisora en Barcelona, estimando así el recurso de casación presentado por la cadena, que había seguido emitiendo gracias a la autorización del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Lo que pretendemos los firmantes de la petición que Guardans os pide explícitamente que no apoyéis es proteger el derecho a la libertad de expresión y a la libertad ideológica. Defendemos un principio, no una causa particular. Algo que, al parecer, el señor Guardans no entiende. Él afirma en su carta que, detrás de la petición, se esconde "un juego asqueroso". Yo afirmo que detrás de su carta se esconde algo peor: la creencia de que los demás somos bobos.
Hace mucho tiempo que no leo una carta tan manipuladora como la del señor Guardans. Os pido, en consecuencia, que apoyéis la petición que firmo junto con otros ocho periodistas de mi país, con el respaldo explícito de otros 400.000 ciudadanos europeos que creen que sus derechos fundamentales están amenazados. Pero no os pido que lo hagáis a ciegas. Como dice la propia petición en su último párrafo, "... solicitamos que el Parlamento Europeo investigue con carácter de urgencia los hechos denunciados, certifique su veracidad y obre después en consecuencia." ¿Es eso mucho pedir, señor Guardans?