Es verdaderamente penoso el deambular del partido de Piqué (que, para probar los terribles estragos del tiempo, antes lo fue de Vidal Quadras) por la política catalana, que aunque Rajoy no quiera enterarse es, más que nunca, política nacional. A nadie se le ocurriría pensar que la política del PP en el País Vasco puede abstraerse de su condición española; más aún, que es lo español justamente lo que la define como vasca. Pues bien, no es menos cierto en Cataluña, y sin embargo en el PP de hoy, con el reto del estatuto a cuestas, aún rige aquella estúpida distinción de Aznar entre el nacionalismo malo, el de Arzallus, y el bueno, el de Pujol, que es el que le hizo desembocar en Piqué. Hoy, según dicen, el ex presidente echaría al ex ministro catalán por traidor a los principios básicos del partido. Tardío arrepentimiento. Pero Rajoy, por lo que vemos, ni siquiera piensa en rectificar una política, la del PPC, que va dando tumbos, sonámbula, sin criterio, sin garra, sin nervio, sin programa, sin atracción para nadie, sin solución para nada.
Federico Jiménez Losantos
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La servidumbre voluntaria de Piqué
Rajoy, por lo que vemos, ni siquiera piensa en rectificar una política, la del PPC, que va dando tumbos, sonámbula, sin criterio, sin garra, sin nervio, sin programa, sin atracción para nadie, sin solución para nada
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