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Ignacio Villa

Bargalló enseña la patita

Bargalló ha enseñado la patita, sólo la patita de los que quieren postrar a Cataluña bajo la bota del nacionalismo totalitario. Eso es lo que hay, y lo demás son fábulas infantiles

El consejero primero del Gobierno catalán ha vuelto a enseñar a todos cómo se hace la política cuando ésta se entiende desde el sectarismo. Bargalló, sencillamente, ha dejado al descubierto sus verdaderas intenciones. Critica a los que, según dice, incitan los boicots a los productos catalanes; luego promueven –bajo cuerda– el boicot a productos españoles. Para completar ya esta lista de contradicciones el señor Bargalló se ha despachado contra Freixenet por catalogarse –en Alemania– como una empresa española.
 
Después de tantas historias, de tanta majadería, lo único que nos queda claro es que este hombre está enfadado con todo el mundo, incluidos los empresarios catalanes. Hasta no hace mucho días Freixenet era una referencia en Cataluña, pero ahora como se ha salido del guión oficial del nacionalismo más rancio, se convierte inmediatamente en "reo de muerte". Con estos dirigentes políticos están llevando a Cataluña a una dictadura del miedo. El Gobierno catalán dice lo que hay que hacer, lo que hay que declarar y cómo hay que actuar; y a quien se le ocurra salirse del guión estacazo al canto.
 
Con esta última de Bargalló hacia Freixenet quedan suficientemente explicadas las razones por las que en Cataluña se escuchan pocas voces discordantes. A quien se le ocurra hablar o romper las directrices totalitarias del Tripartito, se convierte en la "bestia negra" de Cataluña. Así pasa con la COPE en el terreno de la libertad de expresión, pero, por lo que parece, están dispuestos a que ocurra con quien sea al precio que sea.
 
Es más, en este caso, Freixenet no es sospechoso de estar en contra del Gobierno catalán. Las declaraciones de sus directivos en apoyo al Estatuto no ofrecen dudas, pero –¡ay amigo!– un desliz en una presentación internacional en Berlín les puede costar el "carné de catalanidad". Y es que Bargalló no defiende los intereses de catalanes, ni siquiera de Cataluña. Bargalló defiende su cortijo y para hacerlo no escatima ningún medio.
 
El Gobierno catalán, con actitudes como esta, ahoga la libertad en Cataluña. Si esto ocurre sin Estatuto, con el nuevo texto, intervencionista y estatalista, ¿dónde quieren llegar? Bargalló ha enseñado la patita, sólo la patita de los que quieren postrar a Cataluña bajo la bota del nacionalismo totalitario. Eso es lo que hay, y lo demás son fábulas infantiles.

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