Resulta francamente curioso: bastan esas dos palabras dichas por una persona en un contexto determinado para que las caras de muchos de los que las escuchan cambien de manera brusca. La persona, en este caso, fue el conocido abogado y presidente del Foro Madrid en Red (ForoMAR), Javier Cremades. El contexto, la presentación del “Libro Blanco para la Implantación de la Sociedad de la Información en Madrid”. La frase pronunciada por Javier iba dirigida, concretamente, al Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y venía a decir, en cita para nada textual, algo así como “Alcalde, es usted una persona tecnológicamente avanzada, hasta sé que lleva una Palm… estamos viendo las iniciativas de ciudades como San Francisco para convertirse en ciudades conectadas, en ciudades‑WiFi… Alcalde, vamos a construir Madrid‑WiFi”.
Murmullos en el foro. Los asistentes, sin excepción, sabíamos que algo importante acababa de pasar, algo inesperado, que ponía “picante” en un tipo de acto habitualmente “inofensivo y tranquilo”. Las caras de los representantes de las operadoras eran un poema, y se parecían muy poco a las de los frikis allí presentes. Presentes, todo hay que decirlo, merced a la interesante selección realizada por el propio Javier para la constitución del Comité Técnico que dio origen al libro blanco objeto de la presentación. Pero la jornada todavía ofreció otro momento interesante cuando, tras la intervención de Javier, subió al estrado Alberto Ruiz-Gallardón. Alberto es, efectivamente, un convencido de las bondades de la tecnología, un usuario avanzado, alejado de la imagen del típico político perdido en mares de siglas, y no defraudó. Tras corregir a Javier y demostrarle extrayéndola de su bolsillo que él no usaba Palm, sino un dispositivo Pocket PC, comentó que le habría gustado ver las caras de los representantes de las operadoras cuando Javier dijo lo de Madrid Wifi. Incidió en la dificultad de una industria en la que las inversiones en tecnología se vuelven en muchas ocasiones en contra de quien las hizo debido a un avance o cambio tecnológico, y terminó, con enigmática sonrisa, con una frase simple, pero no tan simple: “así es su industria”. Exactamente como cuando los entrenadores dicen eso de “el fútbol es así”, pero en versión Alcalde de Madrid.
Efectivamente, Alcalde. La industria es así. En su momento, se volvieron absolutamente locos invirtiendo en una tecnología como UMTS, participando en subastas multimillonarias, mientras los mercados les hacían la ola por su actitud de comprar cada vez más y más. Y ahora, muy poco tiempo después… la vida es dura y con tu pan te lo comas. Las cosas van por otro sitio. O tal vez no, pero desde luego, no de manera exclusiva por donde las operadoras pensaban. Si alguna operadora piensa hoy que el tráfico de voz y datos se moverá de manera exclusiva a través de sus circuitos y sus tarjetas UMTS, es mejor que vaya dejando de beber. En el medio de todo el proceso, algunas tecnologías como WiFi, WiMAX y VoIP, con múltiples empresas implicadas y evoluciones unas más previsibles que otras. Y un conjunto de reacciones por parte de las operadoras tendentes siempre a la contención del progreso tecnológico, en lugar de a su rápido aprovechamiento.
Pero ¿por qué tantas ciudades pierden de repente la cabeza por convertirse en ciudades WiFi? El Ayuntamiento de Philadelphia, tras un concurso público realizado de manera completamente transparente en su página web al que optaron múltiples proveedores, se decide a abrir el uso de sus infraestructuras urbanas a una empresa, Earthlink, que le garantiza un acceso a Internet gratuito en lugares públicos (parques, jardines, etc.), y una estructura de precios en torno a los $20 al mes y, lo que es más importante, a los $10 al mes para familias de renta limitada. Mientras, el Ayuntamiento de San Francisco inicia otro concurso, pero a éste se presenta además un actor inesperado, la omnipresente Google, que propone desarrollar una red completamente gratuita y financiada, como no, por publicidad contextual asociada al posicionamiento geográfico de cada individuo. Como ellas, las ciudades de Seattle, Madison, Minneapolis, Sacramento y Temple están ya ultimando sus concursos. En todos los casos, se trata de desarrollos de infraestructura que deben autofinanciarse: el Ayuntamiento correspondiente únicamente cede el uso de determinadas infraestructuras públicas (farolas, edificios, semáforos, etc.), de manera que al contribuyente que no quiere acceder a Internet, la iniciativa no le representa un drenaje de recursos para cuestiones que pueda estimar más perentorias.