La foto de Chávez, el rey y Zapatero es la peor tarjeta de presentación de España en el mundo. Nadie puede tomar esto en serio. Somos el hazme reír del occidente democrático. Hugo Chávez echándole el brazo por encima al rey, que ríe como si estuviera con el mandatario más inteligente y simpático del planeta, ante la mirada sonriente y aprobatoria de Zapatero es la mejor definición del estado espiritual y político de España. Más bajo no podíamos caer. Frotémonos los ojos para ver bien lo que está pasando. Levantemos acta de las barbaridades de este Gobierno. Anotemos en nuestra memoria los disparates de gente sin cerebro y sin corazón. Sólo quieren el poder para destrozar la Nación. Todo está patas arribas, pero todavía hay quien dice que las cosas empeorarán.
Pero será difícil que, en el futuro, hallemos tantas barbaridades juntas como las del presente. Muy difícil. Quizá imposible. Ni siquiera me atrevo a enumerarlas. Cualquier lector de periódicos, atento a la actualidad, puede añadir otras cuantas a mi lista. Lo de Salamanca es una antología del disparate. Zapatero ha escupido a EEUU, ha dado la espalda a la UE y ha hecho caso omiso a las condenas que ha hecho la ONU de la dictadura de Castro. A todo parece dispuesto quien está fragmentando la unidad nacional, la unidad de mercado y lo que se le ponga por delante. Engaña a la población, ningunea a la oposición, reprime a los militares, manipula la corona manipuladora, farfullea discursos melifluos y populistas, desprecia a los ciudadanos que le abuchean, maltrata a las víctimas del terrorismo, pasa de los críticos de su partido, etc., etc.
Esto es, sencillamente, una locura. Si nadie del PSOE para a este hombre, habrá que decir, definitivamente, que los gobernantes socialistas desprecian a la ciudadanía porque no saben, o no quieren aprenderlo, qué es un ciudadano. Hay, sin embargo, españoles que no quieren creer lo que está pasando. Piensan que el desgobierno de España, el ejercicio del poder sin querer saber nada de los ciudadanos, no es cosa del Gobierno Zapatero. Siguen pensando que esto correspondería a una república bananera. Falso. Se engañan. Todo este desgobierno es tan real como quien dice que tiene ocho soluciones para satisfacer las demandas de los imperialistas del Estatuto de Cataluña. El personaje Zapatero, él mismo que quiere sacarnos de los usos y costumbres occidentales, empieza a ser preocupante para los europeos de izquierda y de derecha, liberales y conservadores. Basta contrastar algunas declaraciones de Durao Barroso, el presidente de la Comisión Europea, sobre la deriva española, o leer lo publicado en la prensa de izquierda francesa, por ejemplo, Liberation sobre el comunicado de la XV Cumbre de Iberoamérica contra EEUU, para hacerse cargo de que estamos tocando fondo. Peor, es imposible, sobre todo, desde el punto de vista político. Otra cosa serán los males sociales y económicos, que derivarán muy pronto de esta situación.
Por lo tanto, nadie se extrañe del tercermundismo del gobierno de Zapatero. Nadie se llame a engaño con la disponibilidad del monarca para colaborar con este aquelarre de un gobierno bárbaro hasta el ridículo. Nadie espere que vengan aún cosas peores que las actuales. Sólo los catastrofistas diagnosticarán males mayores que los que ahora vivimos para el futuro. Yo me conformo con los existentes para decir ¡basta! Siento vergüenza del Gobierno de España. Siento, al menos, tanta vergüenza como la que sienten millones de españoles que votaron de buena fe a Zapatero, al PSOE, creyendo que mantendrían el sosiego democrático y la estabilidad política.