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Juan Carlos Girauta

Torpe Blanco, absurdo Carod

Por lo visto, en su lógica inversa, los liberales españoles deberían apoyar sus explícitos planes secesionistas. Ya sabemos que desde 1812 los liberales españoles se caracterizan por negar la nación española

No sé si el famoso cambalache del tango se ha refugiado en España al cambiar el siglo o si a la progresía se le ha girado la cabeza 180 grados, como a los posesos. El pobre José Blanco, amigo de imágenes facilonas, ha urdido una parábola de todo a cien en la presentación de la campaña del Plan de Vivienda: estamos en un bloque de pisos con diecisiete vecinos; uno de los pisos, Cataluña, pide permiso a la comunidad para emprender reformas, que serán posibles si no afectan a la estructura del edificio. Curiosamente otro vecino es el PP, con lo que la alegoría empieza a hacer aguas: ¿no eran los vecinos del cuento las diecisiete autonomías? El PP sería el típico grosero que no saluda, desea enfrentar a los vecinos y, mucha atención, no paga los gastos de comunidad.
 
Supongo, Blanco, majo, que otro vecino será el PSOE. Pues déjame que te cuente: a ese lo temen hasta los delincuentes del barrio desde que montó una patrulla vecinal que secuestró a un viajante de comercio y liquidó a treinta personas. El temor se convierte en miedo cerval si el puño con la rosa llama a tu puerta para pedirte sal. Tiene tantos antecedentes de corrupción que no te atreves a entrar en la cocina dejándolo solo en el recibidor: al volver te pueden faltar las alhajas de la abuela, la plata, el televisor de plasma, la cadena de sonido, los cuadros y hasta los regalos de la comunión del niño.
 
Otro que ve el mundo al revés es el héroe de Perpiñán y campeón de Jerusalén. Ya no luce la corona de espinas de la que se mofaron Maragall y su corte de los milagros junto al Santo Sepulcro, y no sé si se habrá lavado la mano después de estrechársela al humanitario Ternera, pero en la cosa retórica está que se sale: “¿Dónde está la voz de los liberales españoles?” –clama. Por lo visto, en su lógica inversa, los liberales españoles deberían apoyar sus explícitos planes secesionistas. Ya sabemos que desde 1812 los liberales españoles se caracterizan por negar la nación española. ¿Qué juego manicomial es éste?

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