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EDITORIAL

Bono y su ridícula coartada

En esta encerrona Zapatero y Bono se han metido solitos. Es la factura que han de pagar tras varios años de demagogia sin tasa en la oposición y de revanchismo ciego en el Gobierno

Previsible. Es todo lo que se puede decir de la comparecencia de José Bono en el Congreso de los diputados. A pesar de que el helicóptero Cougar del Ejército de Tierra se estrelló en Afganistán hace más de una semana el ministro no ha acertado a decir nada que no supiésemos un día después. Empezando por la causa. Tras ocho días de presuntas investigaciones, de un viaje del ministro a aquel lejano país y de la histriónica videoconferencia con Zapatero, nadie sabe por qué un helicóptero con diecisiete militares de élite a bordo, pilotado por un experto y en perfectas condiciones de vuelo se estrelló en el desierto afgano. El Gobierno, por boca de su ministro de Defensa, sigue dando palos de ciego priorizando la hipótesis de un accidente por culpa del viento pero sin eliminar por completo la del ataque.
 
No sabemos, por ejemplo, por qué el helicóptero que acompañaba al aparato siniestrado realizó una maniobra evasiva justo antes de que éste se estrellase. No conocemos las comunicaciones entre los pilotos de los dos helicópteros. No se ha hecho público el testimonio del piloto del segundo helicóptero, a pesar de que sus explicaciones son vitales para acercarnos a las razones por las que el helicóptero accidentado perdió el control y se fue contra el suelo. No acertamos a entender por qué el ministro sigue apelando al viento cuando, segundos antes de la tragedia, el piloto aseguró por radio que el vuelo marchaba en óptimas condiciones. ¿Acaso fue una traicionera ráfaga de viento tras una colina? No lo sabemos y el único que nos lo puede aclarar, el piloto del segundo helicóptero, no ha dicho nada al respecto. Demasiadas incógnitas una semana después, y más cuando contamos con un testigo presencial de excepción que, según han informado fuentes militares, tuvo en todo momento contacto visual con el helicóptero accidentado.
 
Y este abanico de enigmas sólo abarca al accidente en cuestión. Del resto sabemos aún menos. El ministro no ha dicho qué hacían en el aire nuestros militares aquel día, ni dónde se dirigían ni en qué misión se encontraban implicados. Ha cumplido recordándonos que el Ejército Español se encuentra en Afganistán en “misión de paz”. Eso, ya lo sabíamos antes de la tragedia. ¿Por qué entonces se escuda tras una coartada tan ridícula?, ¿de qué tiene miedo el Gobierno?, ¿quizá de reconocer que las “misiones de paz” de nuestro Ejército en Afganistán conllevan ciertos operativos propios de una guerra?, ¿quizá de predisponerse en contra de sus “pacifistas” socios parlamentarios?
 
En esta encerrona Zapatero y Bono se han metido solitos. Es la factura que han de pagar tras varios años de demagogia sin tasa en la oposición y de revanchismo ciego en el Gobierno. Si no hubiesen cabalgado durante tanto tiempo sobre la pancarta del “No a la Guerra” ahora no tendrían nada que temer respecto a la trágica pérdida de un helicóptero militar destacado en una zona de conflicto bélico. Si no hubiesen explotado hasta la saciedad el drama del Yak-42 una vez llegaron al Gobierno podrían, al menos, reconocer que desgracias como esta le pueden caer a cualquiera. Pero no ha sido así. Están presos de sus propios actos y lo saben. Mantener a la opinión pública desinformada buscando coartadas inconsistentes es lo único que les queda en espera de que amaine el temporal. Una vez más, sus apoyos parlamentarios han corrido en su auxilio evitando que Zapatero tenga que mancharse el traje compareciendo en el pleno. El Partido Popular se ha vuelto a quedar solo, de él depende que esta tragedia que se ha llevado la vida de diecisiete de los nuestros no caiga en el olvido.   

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